¿Qué pasó con la presunción de inocencia?

ESTEBAN EDUARDO BURGOA CARDOZO

“Uno es inocente hasta que se pruebe lo contrario”, o bueno, esa era la idea; en las instituciones existentes en el sistema democrático liberal que tiene por modelo imperante el Estado Plurinacional de Bolivia, el poder judicial es uno de los estamentos que detenta o debería detentar una fracción del poder que ostenta el Estado, y en ese sentido, debe guiarse por ciertas directrices para su correcto funcionamiento y no ser utilizado como instrumento de coacción por parte del Gobierno, colectivos e individuos en contra de sus adversarios, ya sea por fines políticos, económicos o personales.

Lamentablemente en nuestro país, la realidad dista bastante del ideario de lo que debe ser una justicia autónoma, libre e imparcial, puesto que ya hace mucho se corrompieron las bases de tan noble institución, siendo una de ellas: la presunción de inocencia, es interesante la herramienta utilizada para pasar sin ningún remordimiento por encima de este principio judicial, la denominada cárcel preventiva, esta medida cautelar debería ser de carácter excepcional y solo aplicable en situaciones de necesidad extrema, situación que en Bolivia, al contrario, viene siendo “pan de todo los días”, desde escándalos políticos hasta rencillas personales a la luz de leyes parcializadas, los casos en los que se aplica esta medida preventiva están a la orden del día.

Comenzando por las tradicionales persecuciones políticas, las cuales tienen lugar en nuestro país, la justicia se convirtió en herramienta de revanchismo, y cual santa inquisición, el partido de turno barre hasta donde sus fuerzas así lo permitan, con sus predecesores, actuales y futuros rivales políticos, hacienda de la política y el activismo un deporte de alto riesgo.

Por otro lado, el surgimiento de determinadas leyes, con fines en principio benévolos, a pesar de que procuran en general la protección de las víctimas, también rompen con este principio esencial de la jurisprudencia, pasando a ser un arma de doble filo.

En buena medida esta tendencia es apoyada por una buena parte de la sociedad, los cuales estamos cansados de un sistema judicial lento, corrompible y que muchas veces deja en la impunidad crímenes espantosos, aun así, estoy convencido de que una cacería indiscriminada de brujas no es una alternativa aceptable, dado de que en ninguna situación es moral sacrificar ni una sola vida por un supuesto bien mayor, no podemos ni debemos quitarle el bien más preciado al individuo, su libertad, de forma arbitraria e irresponsable, la razón debe prevalecer sobre las emociones.

Los males que aquejan a nuestro sistema judicial parecen ser incontables, y el aquí expuesto, aunque pequeño y simple, es de los más preocupantes, el derecho es una cuestión que deber ser guiada por el raciocinio y no así por el sentimentalismo, que lamentablemente parece mover con más fuerza todo tipo de causas, pero recordemos de que muchas veces, el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones.

ESTEBAN EDUARDO BURGOA CARDOZO

Director Ejecutivo y Organizacional Parteaguas, Economista

*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21