¿Por qué nos deseamos feliz Navidad?

ANDRÉS GÓMEZ

La Navidad trae consigo tres elementos que causan felicidad, aunque no siempre nos damos cuenta: 1) las relaciones sociales reales; 2) las buenas acciones por los demás; y 3) el agradecimiento.

Será que por eso desde niños nos enseñaron a valorar a la familia como núcleo de las relaciones sociales de respaldo y de amor. También desde temprana edad nos educaron para ser generosos y no ser egoístas. Por supuesto, las lecciones de agradecimiento nunca faltaron en nuestros hogares.

El especialista en psicología positiva Tal David Ben-Shahar (estadounidense israelí) señala que la ciencia de la felicidad vino a ratificar lo que nuestros abuelos y abuelas ya practicaban sin ningún estudio previo sobre las acciones que conducen a la felicidad.

Según este experto, el padre de la psicología positiva, Martín Seligman, estableció que las personas que tienen relaciones íntimas sólidas, entiéndase relaciones románticas, de amistad y de familia, son más felices. O mejor dicho, tienen más momentos de emociones positivas.

La Navidad motiva las relaciones sociales reales entre los compañeros de trabajo, entre los amigos y las amigas, y por supuesto entre la familia. Cenas, almuerzos, intercambio de regalos son la excusa para el encuentro fuera de horas de trabajo, más allá de lo cotidiano. El objetivo: re-humanizarnos charlando sobre nosotros mismos, sobre nuestras caídas, éxitos y anécdotas del año que agoniza.

He aquí la explicación de por qué hay que cuidar a la extensa familia (pareja, hijos, hijas, primos, hermanos, tíos, abuelos, abuelas); de por qué hay que estar presentes cuando los amigos y amigas nos necesitan y por qué hay que saber convivir con los compañeros de trabajo. Todo lo que se siembra durante 12 meses, se cosecha a fin de año.

Una charla cara a cara es una inversión de tu valioso tiempo en la persona que aprecias. Es un momento adecuado para comunicarle con gestos o palabras cuánto lo quieres y cuánto aprecias su amistad.

La científica cognitiva estadounidense y profesora de psicología en la Universidad de Yale, Laurie Renee Santos, afirma que las personas felices pasan mucho tiempo con otros, particularmente con aquellos que les importan. Por ello, aconseja a la gente a socializar para tener momentos felices.

El segundo elemento que motiva la Navidad es la generosidad. Las personas organizan campañas con el fin de recolectar regalos para niños pobres, preparan chocolatadas para ver sonrisas de niños y niñas o sencillamente compran un regalo para alguien desconocido sin esperar nada a cambio.

La Navidad es el tiempo en que una persona piensa más en otras personas que no son de su familia ni de su círculo de amistades, ni compañeros de trabajo.

Basada en dos décadas de estudio sobre hábitos de gente feliz, Santos asegura que la gente feliz pasa más tiempo pensando en los demás y se da tiempo para realizar buenas acciones.

En suma, la felicidad de los demás es la felicidad de uno mismo. Por eso, la educación, entre otras definiciones, consiste en hacer sentir bien a la otra persona. Y la Navidad genera estas emociones. Ya sé, deberíamos preocuparnos todo el tiempo de los demás, no sólo en estas fiestas. Hay gente que sí piensa todo el año, y la gente que está perdiendo esta facultad, recuerda su humanidad cada vez que nace el Niño Dios.

El tercer componente es la consecuencia de los dos anteriores. Generalmente, las personas que cuidan a su familia y a sus amistades y las que se preocupan de los otros aunque éstos no se preocupen de uno son agradecidas con todo lo que les dio la vida.

La Navidad es el tiempo ideal para decir gracias (según tus creencias) por un año más de vida, por los éxitos, por la capacidad de superar los fracasos, por los bienes materiales alcanzados, por la salud repuesta o sencillamente por tener amigos que te hacen saber cuánto te valoran.

Tal David Ben-Shahar está seguro que las personas que expresan gratitud con regularidad, sin ignorar sus problemas, pero tampoco lo que tienen, son más felices y más optimistas. Es más, indica, tienen más éxito y consiguen sus objetivos. No sólo eso, físicamente están más sanos porque la gratitud fortalece nuestro sistema inmunológico.

Entonces, no vale la pena vivir quejándose, sino revisar por un momento las cosas positivas que nos dejó el año. Laurie Santos lo llama el poder de la gratitud y sugiere dedicar tiempo a agradecer lo que uno tiene y a apreciar los logros.

Como ves, la Navidad reactiva acciones que generan emociones positivas. Justo por eso, nos abrazamos deseándonos ¡Feliz Navidad!

¡Ah!, antes que me olvide. Recuerda que las amistades se cuidan prestándoles toda la atención, lo que significa olvidarse de los celulares y despreocuparse de lo que pasó ayer o puede pasar mañana mientras estemos con ellos y ellas. La atención plena también suma felicidad.

¡Feliz Navidad!

ANDRÉS GÓMEZ VELA

Periodista y Abogado

*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21