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Los escarceos de la política boliviana

  • «Cuando la ley ya no te protege de los corruptos, sino que protege a los corruptos de ti, sabes que tu nación está condenada». — Ayn Rand.

Al despuntar el día alcanzan a oírse a la distancia la detonación de dinamita y los disparos de armas de fuego que rompen el viento. Son las claridades de las noches de expiación organizadas por el régimen criminal. Hostigamiento y guerra psicológica en la ciudad de La Paz destrozan la calma y desbordan sobre las calles jornadas violentas entre las hordas pagadas por el gobierno socialista enfrentados a grupos de resistencia civil organizada por los ciudadanos cansados del abuso, el engaño y el fraude cometido el 20 de octubre de 2019.

Corría el mes de noviembre del año de la liberación y las tropas teñidas de azul y sangre se movían azuzando y alborotando a la población. Tropas de criminales a sueldo cobardemente rehuían la confrontación directa porque sabían que los corazones bisoños de la gente buena son más fuertes, mucho más que los intereses prebendales que tienen ellos y los del gobierno del “MAL”. La ciudad desierta aguarda en silencio, la resistencia espera paciente en puntos estratégicos por los cuáles los fanáticos del criminal que gobierna evitan transitar. Sus jaurías se desplazan como hienas acechando de lejos y produciendo sonidos que avergonzarían al reino animal.

Finalmente ha caído el tirano, la lucha de los 21 días no ha sido en vano. Los escarceos de la política boliviana inician. Pactos y confabulaciones son los argumentos, mejor si llegan a cerrarse bajo la “Mesa”. Había llegado –sin que les costara nada– su tiempo, su momento, el de los políticos (oportunistas). Con palabras seductoras extasiaban y anestesiaban a los plebeyos que, impávidos contemplaban cómo en menos de un año dragones y dinosaurios depredaron carroñeros los cuerpos putrefactos de las instituciones de la nación.

Al cabo de un año llegaron las lluvias de la temporada, las goteras en los tejados de palacio que no habían sido sellados oportunamente fueron anegadas por las aguas procelosas de una gestión para el olvido, provocando que las cimientes tiemblen con la amenaza de desmoronarlo todo. La libertad del pueblo había sido rifada por los dinosaurios que desnudaron las alianzas frágiles que habían sellado los hombres sin palabra, se vieron las grietas internas, ejecutaron maniobras y manipulaciones por acaparar la base social y sindical que pertenecía al partido del dictador en un intento por tomar la posta como aprendices de tirano, lo que finalmente terminó por abofetearles los rostros carentes de sangre.

“¿Quién se cansa? ¡Nadie se cansa! ¿Quién se rinde? ¡Nadie se rinde!” El grito que caracterizó a la resistencia, desapareció tras el varapalo recibido el año 2020. Increíblemente aquella elección fue el peor revés para la gente de bien que vio como los grupos criminales que habían provocado terror, violencia, muerte y desazón, volvían a encaramarse en el poder, todo por culpa de los escarceos políticos de aquellos que se encargaron hasta el hartazgo de presentarse como “salvadores de la patria” y terminaron por tirar a la basura la rebelión de las pititas. El pueblo, aquel al que el régimen narco-socialista se encargó de humillar, fustigar y denostar, estaba condenado.

De regreso al presente. A contracorriente de los oráculos de la política boliviana que insisten en vaticinar el futuro trepanándose los sesos para analizar las encuestas difundidas por los medios de comunicación –haciendo esfuerzos sobrehumanos por mostrar el virtuosismo de los “líderes políticos” (según sea el pago del benefactor que paga la publicidad y también el análisis de opinión)–, el escribidor del presente artículo, prefiere encargarse de mostrar los errores del pasado para que el electorado recuerde que la realidad actual ya la habíamos visto.

El regreso del MAS al poder el año 2020 tiene múltiples causas. El gobierno de Jeanine Añez debía ser garante para nuevas elecciones transparentes tras el escandaloso fraude impulsado por el masismo. Añez Se apartó de su tarea al presentarse como candidata para los comicios que estaban programados para mayo del mismo año, desestructurando el bloque social e institucional (conformado por los mismos actores políticos del pasado, presente y futuro) que tenían la misión de conducir la transición democrática, transparentando y saneando el padrón electoral.

En ese ámbito, la reprobación comenzó a emanar de los principales aspirantes a la presidencia y “técnicamente” líderes del “anti-masismo”. Fundamentalmente Carlos D. Mesa, quien había ocupado el segundo lugar en las elecciones de octubre del 2019 y Luis Fernando Camacho, presidente cívico de Santa Cruz, quien había tenido una participación protagónica en los sucesos de octubre y noviembre de 2019 y había eclipsado al desaparecido de las movilizaciones que derivaron con la renuncia de Evo Morales como fue Mesa Gisbert.

El inicio de la Pandemia por el Covid-19 obligó a cambiar los planes. El gobierno de transición decidió asumir la responsabilidad de gestionar la crisis sanitaria, siguiendo los pasos de sus homólogos latinoamericanos e imponiendo restricciones que afectaron dramáticamente la situación de vida de los bolivianos, realizando una gestión deficiente que fue aprovechada por algunos de sus colaboradores para cometer actos de corrupción que mancharon el gobierno de transición y extirparon del imaginario colectivo los catorce años de expolio y latrocinio cometido por el movimiento al socialismo.

Con el descrédito del ejecutivo, el parlamento (donde moraban los hijos putativos del criminal huido) comenzó a oxigenarse. De estar el movimiento al socialismo al borde de la desaparición, tuvieron la astucia para bloquear leyes y créditos destinados a la gestión de la pandemia. El aplazamiento de las elecciones fue bandera de guerra, mostrándole a la población como si se tratase de una maniobra para prorrogarse, por lo que los sectores vinculados al gobierno del Morales se rearticularon y comenzaron a movilizarse en las calles y carreteras.

Para los comicios de octubre 2020, los seis candidatos “opuestos” al MAS negaron sistemáticamente la posibilidad de conformar una coalición. Obnubilados y embrutecidos por los resultados de las encuestas y sondeos de opinión que se habían mostrado desfavorables al candidato masista, decidieron apelar a la fragmentación del voto y mostrarse como si fueran: “los elegidos”, “los mesías”, “los hijos de la luna”, los salvadores de la patria que estaban dispuestos a “dar su vida para vivir mejor con el dinero de todos”.

El 18 de octubre de 2020, el Tribunal Supremo Electoral dio a conocer los resultados y el movimiento al socialismo obtuvo una amplia mayoría en primera vuelta, siendo elegido presidente Luis Arce. Una muestra de la tozudez y ab-zurda incoherencia de los “líderes políticos” que tienen décadas haciendo política y viven empecinados en subestimar al electorado que prefiere identificarse con otros elementos completamente alejados de los que manejan los actuales políticos en sus propuestas.

Actualmente se vive un escenario de fragmentación política, inestabilidad y desconfianza mutua entre los actores políticos, que insisten con reemplazar sus escasas propuestas para resolver la crisis integral que sufre Bolivia, por adjetivos, sabotajes y guerra sucia, tratando de desacreditar a sus adversarios y corriendo en una pugna sinsentido que es alentada por espurios porcentajes reflejados en las encuestas y sondeos de opinión, que no hacen más que mostrar el rechazo y falta de aceptación ciudadana.

Antes de finalizar, cabe recalcar que para el año 2020, el voto útil se presentaba como una alternativa consensuada por los electores frustrados y desencantados de la casta política miserable que se resiste a desparecer y se presentaba como una salida que diera paso a la transición democrática, transparencia electoral, un cambio del sistema de partidos, saneamiento del padrón y el ofrecimiento de garantías constitucionales para participar libremente y en democracia

Nos encontramos frente a un panorama político más complejo que el de hace cinco años. En aquel entonces el que precipitó el triunfo masista en primera vuelta fue el mismo que había protagonizado la gesta de los 21 días, irrumpiendo con una candidatura prematura que no había terminado de convencer. En la actualidad y bajo ese precepto, el que podría mover el tablero (favoreciendo al heredero del régimen socialista) tiene nombre y apellido, a pesar de no haber podido acreditar su solvencia fiscal.

La habilitación como candidato de Jaime Dunn significaría el derrumbe de los dos candidatos que lideran las tendencias de votación, fragmentando el 45 % de preferencia en tres y dejando servida la mesa para que el restante 55 % (que obtuvo Luis Arce en 2020) sea aprovechado por el tercero en discordia (a buen entendedor, pocas palabras). Lo que hay que ver de aquí en adelante es si le conviene más al gobierno actual un presidente que devuelva independencia al poder judicial para administrar justicia o, resulta mejor un presidente que arremeta con odio y resentimiento acumulado contra él y sus acólitos y que mantenga el control de los poderes del Estado para perseguir, encarcelar y tapar bocas.

Mientras el panorama político en el país termina por arrojar algunas luces, que el desánimo y la frustración no minen nuestro espíritu y nos obliguen a cambiar nuestra forma de pensar, no olvidemos que: “Estamos acostumbrados a ver al poderoso como si se tratara de un gigante, sólo, porque nos empeñamos en mirarlo de rodillas y ya va siendo hora, de ponerse de pie”.

  • CARLOS MANUEL LEDEZMA VALDEZ
  • ESCRITOR. DOCENTE UNIVERSITARIO. DIVULGADOR HISTÓRICO. DIRECTOR GENERAL PROYECTO VIAJEROS DEL TIEMPO
  • *NDE: LOS TEXTOS REPRODUCIDOS EN ESTE ESPACIO DE OPINIÓN SON DE ABSOLUTA RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO COMPROMETEN LA LÍNEA EDITORIAL LIBERAL Y CONSERVADORA DE VISOR21