CARLOS ARMANDO CARDOZO

Rememorando el gran trabajo de Friedrich Hayek en 1988 que postula que la civilización humana ha sido capaz de generar un complejo código de conducta a partir de sus propias interacciones, espontáneas alejadas de cualquier experimento vertical o “racional” que se puede rastrear hacia las corrientes del estatismo. La famosa “ingeniería social” que se arroga la facultad exclusiva irrestricta de imponer sobre la sociedad su propio código moral uno que logre modificar y condicionar el comportamiento de sus gobernados.

Aquellos que viven del autoengaño, hablando de la gestión pública como si fuese una ciencia exacta, incluso llegando al extremo de hablar de ingenierías del Estado solamente confirman que estamos ante un dogma más que un acto racional, pensado y planificado con cierta disciplina metodológica. Los políticos se han encargado de ensalzar las virtudes del estatismo, incluso convenciendo a los gobernados que estos esfuerzos deberían ser aplaudidos y celebrados cuando la razón dicta que no se esta dando cumplimiento a las funciones y responsabilidades que la ley exige.

Un primer ejemplo de esa fatal arrogancia se puede distinguir en la reunión entre los presidentes Arce Catacora y Alberto Fernández, que sellaron un acuerdo por el cual Bolivia se compromete a incrementar los volúmenes de exportación de gas (sacrificando los envíos al Brasil) a precios descontados a cambio de que Argentina le garantice el envío de trigo tal que le permita equilibrar el mercado interno nacional que ya experimenta un incremento de precios en uno de sus derivados, la harina de trigo, que también influye en el precio final del pan de batalla.

Más allá de la decadencia del sector de los hidrocarburos, es preocupante que se aplauda un acuerdo de este tipo, en vista que Bolivia desnuda problemas serios en materia de producción de gas producto de una estrategia fallida para explorar y encontrar nuevos yacimientos pero sobre todo la desesperación del Gobierno boliviano por evitar a toda costa cargarse con un incremento del precio del pan de batalla, canasta familiar y deterioro de la calidad de vida del boliviano cuenta propia y los pocos asalariados del sector formal. Las señales superan cualquier discurso o respaldo ideológico entre los populistas de la “renovada” izquierda latinoamericana.

Un segundo ejemplo se dio hace algunos días en el Alto, durante un acto donde participaba la alcaldesa de esa urbe, Eva Copa, quien al ser recriminada por vecinos por su incapacidad para retribuir con obras en su gestión respondió totalmente ofuscada con frases como: “Recién hemos asumido en mitad de gestión, no he completado el año de gestión”. “Yo me pregunto ¿Dónde estaban ustedes para gritarle a la señora Chapetón? ¿Dónde estaban ustedes para decir dónde está mi presupuesto? ¿Dónde estaban ustedes para reclamar los derechos de nuestro pueblo? ¿Dónde estaban ustedes carajo cuando nos estaban humillando?”

Es decir, esta autoridad interpelada por la deficiente gestión que tiene en los breves meses al mando de la urbe alteña considera justificativo suficiente para no haber agilizado el gasto público destinando esos recursos públicos en la atención de las claras necesidades insatisfechas de sus gobernados. Cierra su intervención atacando a los interlocutores demandando cierta coherencia “política” en los críticos a su gestión, como si un ciudadano debería cumplir cierta lista de requisitos que los hace dignos de reclamarle a ese servidor público con ínfulas de emperador egipcio.

Finalmente, el secretario general de la Gobernación de Chuquisaca, Maguiver Rosales, al preguntarle acerca de los aspectos en los que el Gobierno Departamental de Chuquisaca sobresale en cuanto a su desempeño institucional (Programa Periodismo que Cuenta), respondió: “Controlar la pandemia, equipamiento de los hospitales, haber habilitado la planta de oxígeno, oxígeno que no se consume lo suficiente por tal motivo tenemos que parar por la que producción es grande. En tema de reactivación económica tenemos que celebrar la licitación de una consultoría que determine el factor de conversión del pozo Margarita Huacaya, hemos logrado habilitar un delegado del departamento en YPFB.

En resumen, la Gobernación de Chuquisaca se puede jactar de ser un gran intermediario para la dotación de camas y respiradores para los hospitales a su cargo. Darle funcionalidad a una planta “sobredimensionada” que está funcionando por debajo de su capacidad instalada, sin sostenibilidad. Y por si fuera poco haber conquistado un burócrata con la camiseta de la región que agilice la licitación de una consultoría que determine el nuevo factor de “conversión”, será de distribución, que permita en un futuro hipotético recibir más regalías. No solo se tienen muy mal los conceptos de reactivación económica y gestionar la pandemia, atacando el último de los eslabones en lugar de insistir en la prevención, sino que los logros políticos ahora son vendidos como logros institucionales y por ende extensible a los gobernados. ¿Qué tal esa?

Estimado lector no crea que son los únicos casos donde la clase política monta desfiles mediáticos en base a nada, lamentablemente este país tiene el triste privilegio que sus políticos son recursos renovables que año tras año se superan, en su arrogancia y en su ignorancia.

CARLOS ARMANDO CARDOZO LOZADA

Economista, Máster en Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, Presidente de la Fundación Lozanía

*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21