Bolivia, solamente la verdad te hará libre

¿Por qué el Movimiento Al Socialismo es hegemónico desde hace dos décadas? Es una pregunta que suele salir en foros académicos, asambleas políticas y aulas universitarias. Obviamente, sus más leales cortesanos dicen: «porque es el partido del pueblo». Los más románticos lo consideran un proceso necesario en la historia de Bolivia. Yo, que estoy en las antípodas, encuentro, al menos, cuatro razones.

Primera, el MAS, en general, ha dominado culturalmente gracias a la constante invención de eufemismos y palabras comadreja. Por ejemplo, al robo institucional le llamaron «redistribución de la riqueza»; a toda la golfería que llena sus filas y cuadros la bautizaron como «movimientos sociales»; al jefe de una agrupación criminal lo presentaron como «líder de los indígenas», y a su cártel de cocaleros como «instrumento político».

Segunda, académicos, profesores universitarios y comunicadores biempensantes que se comieron toda la batería de sofismas progresistas. Por eso, hasta el sol de hoy, muchos periodistas siguen llamando «campesinos seguidores de Evo» a lo que, simplemente, es una pandilla de delincuentes destrozando propiedad pública y privada. O peor, siguen advirtiendo del «peligro» de políticos como Javier Milei, Jair Bolsonaro o Donald Trump, pero olvidan que fue el Socialismo del Siglo XXI quien asesinó a Fernando Villavicencio, político ecuatoriano, e intentó matar a Miguel Uribe unos días atrás en Colombia.

Tercera, una clase política «opositora» carente de moral. Es el caso de Jorge Quiroga que prefirió seis meses de gobernabilidad (febrero a agosto) que la seguridad del país, por eso, no dudó en negociar la impunidad de Evo Morales en enero del 2002. Ni hablar de Carlos Mesa que, mediante amnistía a los subversivos del golpe de Estado del 2003, anuló la LEY N° 2494 DEL SISTEMA NACIONAL DE SEGURIDAD CIUDADANA, que, entre otras cosas, castigaba hasta con ocho años de cárcel a quien dañe carreteras y calles.

Años después, concretamente el 28 de febrero del 2008, Evo Morales, en acuerdo con Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina, los opositores con mayor presencia en el congreso, promulga la Ley 3837, permitiendo que la Republica de Bolivia sea reemplazada por el Estado Plurinacional. Al respecto, Cayetano Llovet (+), en su artículo: Los descubridores, expresó:

  • ¿No fue Podemos, su partido, quien negoció entre bambalinas el nuevo texto constitucional? ¿No se acuerda de la sinceridad con la que su senador Charly Börth, contó en televisión la existencia de la famosa «mesa clandestina» de cuyas discusiones su jefe, Tuto Quiroga, estaba cotidianamente informado? ¿No fue Tuto Quiroga, en persona, quien afirmó que gracias a esas negociaciones la Constitución que antes era del MAS, se convirtió en «la Constitución de todos»? ¿No fue él quien anunció que haría campaña por el SÍ para el referéndum constitucional? ¿No fue su partido el que acordó la reelección presidencial como parte de la negociación? ¿No fue él quien estuvo de acuerdo con la barrabasada de que ni el presidente ni el vice deberían renunciar para habilitarse como candidatos? ¿No sabía él, que era la vía para manejar las elecciones desde el Palacio de Gobierno?

Cuarta, una sociedad, que incluye a empresarios, maestros, periodistas y cualquier ciudadano de a pie, que pensó que la política y el poder jamás los tocarían, por ende, daba lo mismo quien gobierne. Hoy, muchos, entre ellos, los gremios empresariales, se quejan de la miseria, la pobreza y la desgracia que estamos enfrentando los bolivianos. Para ellos habrá que recodarles una sabia enseñanza: «Es cierto, tú no vives de la política, pero la política igual puede vivir de ti».

Y ahora, que quieren levantarse contra el régimen, cometen un grave error, pensar que la formación política no es necesaria.  De hecho, en Bolivia, para entrar en la actividad política se toma como «virtud» el no ser político. Una total estupidez, pues es como pretender ser el capitán de la selección de fútbol sin ni siquiera saber jugar a la pelota.

En conclusión, si bien es cierto que el MAS es una tragedia para el país, no es menos cierto que gran parte de lo que hizo contó con el apoyo de la oposición de utilería y de la indiferencia de los propios bolivianos. Es hora de reconocer los propios errores, porque solamente la verdad nos hará libres.

  • HUGO BALDERRAMA FERRUFINO
  • ECONOMISTA, MASTER EN ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS Y PHD. EN ECONOMÍA
  • *NDE: LOS TEXTOS REPRODUCIDOS EN ESTE ESPACIO DE OPINIÓN SON DE ABSOLUTA RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO COMPROMETEN LA LÍNEA EDITORIAL LIBERAL Y CONSERVADORA DE VISOR21