Las elecciones están a la vuelta de la esquina, y luego de varios debates presidenciales y un par protagonizados por los candidatos a vicepresidentes, su servidor se encuentra preocupado por lo que serán los siguientes 5 años que tendrá la próxima gestión presidencial, puesto que dadas las circunstancias históricas del país, marcada por una crisis multidimensional en lo político, económico, legal, social, ecológico y prácticamente en cualquier campo en el que la sociedad boliviana tenga presencia, parece ser que nos encontramos carentes de liderazgos que estén a la altura de las circunstancias y retos que se ciernen sobre nosotros.
Las luces de la contienda electoral están centradas en los candidatos presidenciales, los bolivianos fieles a nuestro carácter caudillista, nos enfocamos en los líderes que supuestamente con sus planes mesiánicos solucionarán todos nuestros problemas, nos deslumbran haciéndonos olvidar de detalles importantes, que el día de la verdad jugarán un rol preponderante en las actuales circunstancias que vive el país, como es el caso del cargo de vicepresidente.
Todo parece indicar que la Asamblea Legislativa del próximo mandato estará caracterizada por una división como no se ve desde tiempos anteriores al 2006, por lo cual, el partido del próximo mandatorio, por si solo no tendrá la fuerza necesaria para imponer su plan de gobierno, razón por la cual, el lograr consensos con otras fuerzas e incluso imponerse con decisión a su oposición serán acciones clave en su mandato.
En ese sentido, el rol de vicepresidente toma importancia como no se veía desde el establecimiento de la hegemonía del MAS, puesto que, este cargo tiene como función, la presidencia de la ya nombrada Asamblea Legislativa Nacional, jugando un papel clave en el día a día para lograr llevar adelante cualquier plan de gobierno, el próximo vicepresidente debe tener las cualidades de un negociador hábil y de un líder imponente, caso contrario, será: tragado, masticado y escupido por la bancada de oposición, y se quiera o no, al menos en el MAS, tienen amplia experiencia en estas prácticas.
Por otro lado, el vicepresidente ejerce el rol de primer mandatario en ausencia del presidente, y aunque normalmente son intervalos cortos de tiempo, ahora más que en anteriores ocasiones, su respaldo será clave en un escenario de crisis y malestar popular, lo cual es prácticamente seguro que será la situación de los próximos años en Bolivia.
Los candidatos a vicepresidentes, en la presente contienda electoral, no parecen demostrar estas cualidades, lo cual preocupa aún más puesto que suman incertidumbre a las ya claras debilidades de sus compañeros de dupla, cada uno tiene cola que pisar o demostró carencias en su actuar que a los electores solo nos inspira a darnos una palmada en la enfrente y exclamar: ¡Cómo llego hasta ahí este sujeto!
Hay muchos otros cargos que juegan papeles importantes y no tienen la visibilidad que debería, como los diputados y senadores, que en el último tiempo se volvieron simples levanta manos carentes de todo pensamiento crítico y embargados por el cansancio al punto de dormirse en sus curules, o los ministros, de los cuales de ningún candidato tenemos idea alguna de quienes podrían asumir el liderazgo de las diferentes carteras, para con ello tener una noción del posible desenvolvimiento de sus gestiones.
Su servidor esta anonadado con el circo de las presentes elecciones, donde las nubes negras se muestran en el horizonte y todos gritan slogans jocosos como si el futuro fuera a presentarse con buenas nuevas.
Así, como la mayoría, esperaré hasta el último momento, cuando tenga la papeleta en mis manos, para decidir a quien ira mi voto, pues todos me han dado razones para no elegirlos, pero alguien debe ejercer el poder y este no admite vacíos.
- ESTEBAN EDUARDO BURGOA CARDOZO
- Director Ejecutivo Generación Bicentenario
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