La perdición de la tribu plurinacional

CARLOS ARMANDO CARDOZO

Narcotráfico, corrupción, encubrimiento y complicidad implícita de las instituciones del Estado. Así estuvo de movida la semana en Bolivia.

Cuando la ciudadanía no terminaba de digerir la noticia de la caída de otro ex director de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN) Maximiliano Dávila ligado a operaciones de tráfico de cocaína a los Estados Unidos cuando el caso del asesino serial Richard Choque da un giro inesperado al aumentar la cuenta de victimas luego que el juez Rafael Alcón Aliaga le otorgará detención domiciliaria por 18 meses a partir de diciembre de 2019, a pesar de contar con la máxima sentencia (30 años) por el asesinato de 2 jóvenes. Durante este tiempo el sindicado continuó con sus fechorías añadiendo una nueva víctima a su historial.

A simple vista parece que se mezcla peras con manzanas, dos casos totalmente diferentes sin aparente vínculo entre sí. Sin embargo, son síntomas de una misma enfermedad, para desgracia de todos, una enfermedad que está en una fase terminal, haciendo metástasis social.

Mario Vargas Llosa en su libro la Llamada de la Tribu, describe como el individuo es atrapado por el pensamiento colectivista, de masa popular que se arropa en un nacionalismo artificial construido para cuadrar una sola identidad donde aquellos que se resistan son víctimas de la violencia justificada en pos de la defensa de la soberanía e intereses de la tribu.

Así como se trata de imponer el pensamiento único como norma es posible que la tribu pueda perder adeptos en la medida que la violencia ya no es utilizada hacia los detractores individuales externos sino en los miembros internos. La desvinculación a partir del desencanto del individuo es algo posible, es más, este es el principal temor de quienes ostentan la testera en la tribu.

Para el caso que nos ataña, el Estado Plurinacional, es esa tribu producto de la locución vacía de políticos oportunistas, que desde la “refundación” de Bolivia ha seguido un proceso de degeneración permanente, la abominación social que se trató de imponer no es más que un delirio teórico diseñado para apantallar a los ciegos y encausar a sus “enemigos”.

El Estado Plurinacional termino reduciéndose a círculos de poder, hábilmente triangulados alrededor de la corrupción, el Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial a esta altura son simples fachadas, su deslegitimación han dejado sin instituciones a los miembros de la gran tribu. Sin la seguridad y certeza que, en teoría, da el Estado Plurinacional son más y más los ciudadanos que se preguntan, ¿qué sentido tiene formar parte de esta tribu? Los individuos pierden el” tufo ideológico” que antes los embrutecía y renuncian a su estancia en la Tierra de las Maravillas para forjar su propio destino.

Resulta patético esconder los vínculos de altas autoridades de gobierno, Fuerzas Armadas y Policía Boliviana con el narcotráfico. Evo Morales Ayma esculpió el Estado Plurinacional con un fin, y un fin último, el de poder delinquir y ostentar poder a sus anchas.

Cualquier demanda que emane de la tribu puede ser postergada. La ley, la verdadera ley la administran los clanes: abogados, jueces y fiscales discuten entre cuatro paredes el destino de vidas humanas, su juicio depende de la dirección de donde proviene el dinero. La noción de justicia que beneficia esa testera del poder, es la misma que golpea y con fuerza a los ciudadanos de a pie.

No hay precio que la maquinaria del poder no esté dispuesta a pagar, esquilmar a la tribu, ya sean sus recursos o sus propias vidas.

La cultura de la violencia viene de la mano con el narcotráfico, ese es el ambiente en el que la diezmada tribu plurinacional trata de buscar procesos de pacificación surgidos en primera instancia por conflictos diseñados por ellos mismos.

Si el narcotráfico se da es gracias a la corrupción. Son dos males que se acuestan en la misma cama, esa cama sucia, descuidada con rastros de sangre, sangre que la tribu ha ido derramando gota a gota en un inicio pero que a medida que el fin está cerca se ha transformado en un bravo río que no hace distinciones entre individuos, tribu y su elite. Está golpeando y muy fuerte, la pregunta es ¿Cuánto tiempo más están dispuestos a sostener al Estado Plurinacional? ¿Cuánto es suficiente para personas que no les tiembla el brazo para desangrar este país?

En el individuo radica el poder, la tribu plurinacional simplemente lo arrebató, ahí radica su paranoia y es ahí donde yace su principal debilidad.

 

CARLOS ARMANDO CARDOZO LOZADA

Economista, Máster en Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, Presidente de la Fundación Lozanía

*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de Visor21.