Zumi es un robot, un conejo de peluche que incluye una pantalla; es para niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA). Qhali son módulos, con sensores y la implementación de inteligencia artificial, enfocados en la fisioterapia para adultos mayores.
Estos innovadores proyectos les pertenecen a jóvenes ingenieras biomédicas de Cochabamba: Blanca Camila Garnica Pereicon y Katerin Deysi Vásquez Benito.
La investigación y la sensibilidad con poblaciones específicas conjuncionan en estas propuestas tecnológicas.
QHALI
Con el objetivo de devolverles autonomía, motivación y alegría a las personas adultas mayores y como un puente hacia una atención más humana e inclusiva, Katerin Deysi Vásquez Benito, de 26 años, desarrolló Qhali.
“Qhali nace a partir de la necesidad tecnológica que hay para los adultos mayores. Es un campo que no muchos abarcan”.
Vásquez describe que se trata de cuatro módulos enfocados a fisioterapia. Esta herramienta es importante para médicos, como en los casos en los que no se cuenta con mucho personal y hay muchos pacientes.
“Ellos solo les dan las órdenes iniciales y, luego, el paciente puede realizarlo de manera didáctica. Muchas veces, las terapias de fisioterapia son manuales; al ser adultos mayores, se aburren. Entonces, lo que busca Cali es que sea didáctico, que se motiven y que realicen toda su rehabilitación mediante juegos”.
Explica que la estación 1, por ejemplo, es una pedalera. A medida que las personas van pedaleando, avanzan en un videojuego digital.
“Esto les motiva a que su pedaleo sea constante, no vayan lento ni vayan muy rápido”.
Otra estación trabaja la memoria. Se van iluminando botones, y las personas tienen que ir presionando, recordando la secuencia o trabajando en la parte de agilidad del miembro superior.
Además, se incluyó la inteligencia artificial con el fin de analizar el ciclo de la marcha de los pacientes.
“Mediante una cámara, se les detecta la distancia de pasos, cantidad de pasos; y un segundo ejercicio contabiliza durante un minuto la elevación de rodillas del paciente”.
Esta información les permite a los médicos identificar las mejorías.
Qhali se desarrolló durante un año y medio. La etapa final fue la validación. Se logró aprobar en un centro de Cochabamba, y hubo buenos resultados.
Este fue el proyecto de grado de Katerin Vásquez. En la actualidad, aunque tiene más proyectos en mente, se enfoca en mejorar Qhali, apuntando a la ampliación de módulos.
ZUMI
Entretanto, Zumi es un robot didáctico diseñado como complemento terapéutico para niños de 6 a 8 años con Trastorno del Espectro Autista (TEA) en Cochabamba. Esta innovación radica en la integración de inteligencia artificial, visión por computadora y robótica educativa en una herramienta de bajo costo, accesible y escalable que responde a la falta de recursos tecnológicos adaptados en el ámbito terapéutico y educativo.
El proyecto es de Blanca Camila Garnica Pereicon, de 23 años.
Ella explica que el robot implementa seis juegos que ayudan en la parte verbal y no verbal de la comunicación de los niños. Se enfoca en los juegos como el medio de comunicación natural entre los niños.
“El robot tiene distintos sensores y actuadores; sensores como cámara, micrófono, sensor de movimiento; y actuadores como distintos motores que mueven las orejas del robot (…), para ayudar a que la interacción sea más amigable con los niños”.
Los motores instalados en la cabeza permiten mover todo el dispositivo mediante un control remoto.
“Esto hace que el dispositivo sea bastante interactivo y llamativo para los niños, para que sea, más que nada, un puente y un amigo para lograr llegar a esta comunicación con sus pares, entre los niños y otras personas”.
En el caso de Garnica, este proyecto también nació en las aulas universitarias de la carrera de Ingeniería Biomédica.
“El proyecto nace hace un año y medio, dos años, más o menos, y básicamente se inspira en los niños, en ayudar a los niños, que muchas veces se sienten escuchados o entendidos, y muy poco se habla de eso en Cochabamba y en Bolivia. Entonces, se trata de visibilizar esta condición que muchas personas viven”.
El proyecto fue utilizado, como prueba, en una institución educativa con cuatro niños con el diagnóstico de trastorno del espectro autista, grado 1 y grado 2.
“Ha habido muy buena respuesta en tres de cuatro. Ha habido una notoria mejoría en cuanto a la comunicación social verbal y no verbal (…). Los padres de familia han notado cambios en los niños”.
Garnica invita a los jóvenes, y sobre todo a niñas y mujeres, a que se integren en la ciencia, en la tecnología, en la ingeniería, y que puedan continuar con sus propios proyectos.
El suyo, por ahora, es también una base bastante importante para la innovación en el país. Es un prototipo y un prospecto para ser utilizado en instituciones educativas o en gabinetes psicológicos, “lo que quiere decir que un solo dispositivo podría ayudar a varios niños y profesionales a la vez”.
Ambos proyectos, uno para niños con TEA y otro para adultos mayores, fueron merecedores de reconocimiento internacional y en el país, entre esos los Premios Kamay 2025.
- //FUENTE: DIARIO OPINIÓN///


