La ilusión ingenua de creer que todos los chutos son robados o tienen que ver con algún delito es la excusa sin sentido de muchos de los opositores a las propuestas de amnistía, como si se tratase del salvoconducto que da un rey a sus vasallos para realizar alguna tarea. Parece gracioso, pero en pleno siglo 21 hay gente que piensa que se debe pedir la aprobación del rey para poder comerciar.

Para entender que es un vehículo chuto debemos ver el contexto en nuestro país. Hace años atrás a algún iluminado se le ocurrió de que los autos contaminaban el medio ambiente y que pronto iban a provocar una catástrofe climática, estamos hablando de 1998 aproximadamente, esa idea germinó en los grupos de izquierda y progresistas que vieron que a partir de esa premisa podían acusar al capitalismo para que deje de producir vehículos en masa, pues fallaron y por ello empezaron a promover “normas ambientales” pese a que hoy en día con lo avanzado de la tecnología en motores y de la producción de gasolina que reduce mucho los gases contaminantes, siguen usando la excusa sin sentido de la gran contaminación automotriz.

Esos grupos de izquierda y progresistas con el tiempo fueron ocupando puestos de poder en muchos países y regiones: Europa, Canadá, Asia, la misma Estados Unidos es víctima de ellos con los demócratas y por supuesto Latinoamérica. En nuestro país rige la norma “EURO” como si nosotros tuviésemos plantas de automóviles por toda la región o que el salario promedio en Bolivia fuese tan alto como para poder cambiar de vehículo cada 3 años, o que el poder adquisitivo sería tan alto que los precios fuesen muy accesibles al público. Todo esto se traduce en normas bastante fútiles que terminan perjudicando al comercio, al libre mercado y por supuesto al ciudadano de a pie (al pueblo, al contribuyente).

En nuestro país lamentablemente no tenemos condiciones normales para adquirir un vehículo, primero está la carga de todo tipo de aranceles, pagos, impuestos, costos de comercialización, legalización y marketing, hace que un vehículo que cueste 12.000 dólares en la región de Sudamérica (porque en Europa, Estados unidos o en Japón cuesta un 20% menos porque ahí es donde los producen) termine costando más de 40.000 dólares en nuestro país, segundo; en Bolivia el promedio de ingresos es muy bajo y eso lo indica el banco mundial – “Bolivia ha estado clasificada en el grupo de ingresos medianos bajos durante décadas” – por lo que es casi imposible adquirir un auto de lujo para el ciudadano promedio y tercero que con tanta regulación para la compra de un automóvil las personas terminan pagando durante años un vehículo que en la vida moderna en los países desarrollados lo pueden pagar hasta en año y medio, así de mal estamos.

Veamos cuales son las regulaciones que tenemos: Decreto Supremo N° 28963 y sus modificaciones, el Decreto Supremo N° 3244, la Autorización Previa Medioambiental (NORMA EURO) emitida por el Viceministerio de Transportes, el Acuerdo relativo a la aplicación del artículo séptimo del acuerdo general sobre aranceles aduaneros y comercio de 1994, recepción de vehículos con (DMID) o Planilla de Ingreso SIZOF, la norma de que el concesionario debe habilitar un área delimitada que se llamará “sector de descarga”, donde solo ingresará personal de la administración aduanera y personal autorizado, identificado y acreditado por el concesionario. (en otras palabras, funcionarios públicos revisarán auto por auto si reúne estas condiciones) así lo indica el Régimen Especial de Zonas Francas vigente y normativa específica y unos más que en suma hacen que tiempo y costo terminen afectando al precio y que los que trabajan en el estado terminen vaciando los bolsillos del contribuyente.

En un país donde la mayoría de los ciudadanos no pueden acceder a un vehículo que solo tenga una antigüedad menor a 5 años, se termina generando tremendos desajustes económicos. Al pueblo le gusta lo bueno, bonito y barato pero, si no puede acceder a lo bueno pues solo queda acceder a lo Bonito y Barato, por eso vehículos de menor calidad son ofrecidos por empresas importadoras, pese a ello aún mucha gente no puede acceder a los vehículos 0 kilómetros, que sucede entonces, generan el contrabando (malinvestment), emprendedores invierten en el contrabando o en trámites de permisos, pagar coimas y pasar controles, ya que obviamente a menor precio hay mayor mercado, y claro al gobierno no le gusta que le roben lo que por derecho han heredado (ganar del esfuerzo de otros).

Cuando el consumidor decide arriesgarse en el mercado negro, pierde algunas garantías legales y/o puede sufrir inseguridad jurídica, se convierte en un entorno favorable para que puedan entrar los criminales, que ven la oportunidad de aprovechar ese vacío y ofrecer vehículos robados mediante la usura y la estafa, de tal manera apoderarse del dinero de gente inocente.

El falso dilema de los autos chutos debería acabar, es tan solo permitir que entre todo tipo de vehículos y el mercado se encargará de regular los precios hasta alcanzar el equilibrio, de esta forma se hará más accesible al ciudadano adquirir un vehículo, al no tener regulaciones y restricciones los criminales no verán lucrativo el negocio porque serán reemplazados por negocios estables y concesionarios, lo de la norma EURO y sus fantasías de salvar a la humanidad estará bien para unos comics, no para la realidad.

  • Oscar Arce
  • Economista. Liberal, libertario y conservador
  • *NDE: LOS TEXTOS REPRODUCIDOS EN ESTE ESPACIO DE OPINIÓN SON DE ABSOLUTA RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO COMPROMETEN LA LÍNEA EDITORIAL LIBERAL Y CONSERVADORA DE VISOR21