UE y OTAN presionan a Turquía por acercamiento con Rusia que podría cambiar siete décadas de relaciones internacionales  

Turquía está en la mira de la Unión Europea (UE) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) por su acercamiento a Rusia, en pleno conflicto con Ucrania, y esto podría derivar en un giro dentro de las relaciones internacionales que llevan siete décadas, que tiene a Estados Unidos como otro factor de presión.

Al cierre de 2022, ambas organizaciones internacionales aceleraron las presiones contra el gobierno de Recep Tayyip Erdogan, quien figuró como mediador en el conflicto entre Rusia y Ucrania, que derivó en un pacto para permitir la salida de 11 millones de toneladas de granos de la zona a través de los puertos del Mar Negro, y que en noviembre se renovó por un periodo de 120 días.

Pese a esa acción desde Ankara, que fue coordinada con la propia Organización de Naciones Unidas (ONU) como garantes del pacto, tanto la OTAN como la UE cuestionaron lo que suponen un respaldo de Erdogan a su par ruso Vladimir Putin.

“En ese plano, de intensificar la división entre Estados Unidos y Turquía, están jugando un papel relevante, tanto Rusia como Irán, cuyos acercamientos están logrando generar un nuevo balance del poder en Asia occidental, el Cáucaso Sur y Asia Central. Si es así, efectivamente, transitaríamos hacia un escenario geopolítico que marcaría un giro a 71 años de relaciones entre Turquía y la OTAN”, escribió el columnista Pablo Jofré.

EEUU por su parte, continúa ejerciendo presión en la OTAN para determinar sanciones contra Rusia.

La acción norteamericana se suma a otros intentos para evitar que Moscú logre respaldo de otras naciones como el bloque de 49 países africanos, en la cumbre de negocios del pasado 15 de diciembre, cuando Washington comprometió dejó en claro que el presidente norteamericano 55.000 millones de dólares para proyectos en ese continente, como un intento de frenar la creciente influencia rusa.

Volviendo al Viejo Continente, la preocupación de la UE fue expuesta por el  alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, en una carta difundida hace un mes, en la que señala: “La política continua de Turquía de no unirse a las medidas restrictivas de la UE contra Rusia es un motivo creciente de preocupación”.

Ankara no adoptó sanciones contra Moscú como bloquear el espacio aéreo para los aviones rusos o suspender las compras de combustibles de ese país, reporta el portal Sputnik. Según cifras del medio Financial Times, Turquía aumentó sus importaciones de gas ruso hasta convertirlas en el 60% de todas sus importaciones. Actualmente, la mitad del gas que utilizan proviene de Rusia.

Turquía tampoco se sumó a las sanciones contra la industria energética rusa y decidió, al igual que China, comprar los energéticos rusos en rublos, algo a lo que se oponen Estados Unidos y sus aliados europeos.

“Los datos muestran que hubo un importante aumento de las exportaciones de Turquía a Rusia, pero no un aumento significativo de las importaciones desde Europa”, refrendó Borrell a manera de reclamo.

Una de las respuestas manifestadas por la diplomacia exterior de Turquía se dio mediante un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores emitido en diciembre.

“Nuestras relaciones comerciales y económicas con Rusia no son de una naturaleza que pueda anular las sanciones”, cita la nota.

Ese contexto internacional podría derivar en un alejamiento de Turquía, que es parte de la OTAN, del bloque dominado por EEUU y con ello rediseñar las relaciones de la política exterior en la zona.

“Turquía, cada día, mira más y más al este y ello acrecienta la ruptura con occidente y al mismo tiempo la sitúa en el ojo crítico de Washington y los suyos en toda alianza donde esté Rusia y China. De allí los esfuerzos de las cancillerías europeas de tratar de socavar, bajo el mandato estadounidense, las relaciones que se han intensificado entre Ankara, Moscú y Beijing”, concluye Jofré.

//FUENTE: SPUTNIK / HISPANTV/ SWISS INFO//