Si gana, la oposición no debe fallar o el MAS retornará

La gestión 2025-2030 será una de las más duras de nuestra historia, y si es que se logra vencer al MAS en las próximas elecciones, no hay lugar para el fracaso. Por un momento, supongamos que no habrá fraude electoral (algo imposible) y que el TSE realizará comicios limpios (algo que no sucede desde 2005, incluso me atrevería a decir desde 2002); en ese contexto, la oposición tiene serias chances de ganar. En caso de lograrlo, no es algo que deba celebrarse ni mucho menos pensar que el MAS ha muerto, pues habremos entrado a un escenario muy complejo.

Las chances de fracasar para el gobierno entrante son muy altas y, tristemente, lo más probable es que se llegue a un acortamiento de mandato. Pienso que ninguno de los candidatos opositores tiene lo necesario para sacar a Bolivia de la crisis, superar los futuros conflictos, destruir los bastiones de poder del MAS y asumir el costo social. No será una gestión fácil: hay un país que reconstruir. De fallar, estoy seguro de que el MAS volverá con más fuerza que antes, recuperando su poder de antaño.

La situación es tan tensa que es comparable a lo vivido en 1985, cuando Víctor Paz asumió la presidencia. En ese entonces, Bolivia vivía una grave hiperinflación y estábamos totalmente endeudados, además de que el gobierno de la UDP fue nefasto.

Las medidas de shock aplicadas gracias al Decreto Supremo 21.060 eran necesarias para estabilizar Bolivia. De no aplicarlas correctamente, no sabemos qué habría pasado con nuestra nación. Creo que las medidas que se debe tomar en la próxima gestión son aún más drásticas, y vale la pena decir que hacer que funcionen será mucho más difícil que en ese entonces.

Económicamente, Bolivia está un poco mejor que en 1985, pero los desafíos políticos en la actualidad son mucho más grandes. El socialismo en esa época fue erradicado en los años setenta y principios de los ochenta gracias a acciones patriotas, pero radicales. En cambio, hoy en Bolivia el MAS sigue siendo el partido más fuerte y el que más militancia tiene. De igual forma, las leyes y la CPE de ese momento daban un mejor margen de acción para combatir la crisis. Hoy eso no sucede, pues nuestra actual CPE es una desgracia.

Por último, y lo más importante: el gobierno de Paz contó con gobernabilidad gracias al general Banzer, quien viendo la dura situación decidió firmar el “Pacto por la democracia”, clave para detener la crisis económica. Hoy es imposible que el gobierno entrante cuente con gobernabilidad, pues las circunscripciones uninominales le dan una gran ventaja al voto rural sobre el urbano. Por más optimismo que tenga la gente, la gobernabilidad será imposible de lograr en la próxima gestión, por lo que el margen de acción del próximo gobierno estará limitado y hará que las chances de fracasar se multipliquen.

Sin embargo, no se pierde la esperanza de poder generar un cambio y salvar Bolivia, pero será una misión titánica, por lo que se deberá encontrar formas legales de mejorar la gobernabilidad. Donde no se deberá fallar es en destruir los bastiones de poder del MAS y en “controlar” a todos sus movimientos sociales, quienes sin duda serán los que liderarán bloqueos y conflictos. El gobierno entrante deberá tener carácter y poner orden, sea cual sea el resultado; si no, el socialismo retornará y esta vez jamás se lo se podrá sacar del poder.

La gestión venidera es compleja, y es muy poco probable que alguno de los candidatos pueda salir victorioso, pero debemos confiar en que otra Bolivia es posible y, para eso, además de combatir la crisis, también es fundamental disolver toda la estructura socialista. No es momento de juegos ni de discursos populistas. Bolivia está en una situación límite: o hacemos todo lo que esté en nuestras manos para salvarla o, como dijo Paz Estenssoro, “se nos muere”.

  • FABIÁN FREIRE
  • Escritor. Estudiante de Ciencias Jurídicas. Columnista en El Diario.
  • *NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21