Nota de un lector a los 36 periodistas de Página Siete

ANDRÉS GÓMEZ 

Cuando leí la última nota de ustedes exactamente hace una semana, me enteré de su doble vida: una aparentemente apacible entregada a producir información; otra de verdadera angustia dedicada a sobrevivir (7) meses sin salario para seguir, paradójicamente, alimentando a la primera. El periodismo no les daba para vivir, pero ustedes daban todo, desde su lugar, para que viva y sobreviva la democracia.

¿Qué les motivó a seguir hasta que el agua les cubrió la cabeza? Podían haberse pasado del periodismo a la propaganda como otros lo hicieron por oportunismo, por mantener su nivel de vida de clase o por ascender de clase.

Podían haber abandonado a la democracia en alguna calle desconocida de la historia y sumarse a la tiranía; como premio, hubiesen recibido miles de dólares de dinero público que hubieran caído en sus bolsillos.

Podían haber ofrecido su talento a los fabricantes de fake news y posverdades.

Si la verdad no les generaba ganancias, la mentira podía haberlos llevado a la abundancia como pasó con algunos de los que los cuestionan por haber hecho periodismo en su dimensión más real.

Cuando reflexionaba sobre las alternativas que tenían para abandonar el barco, me acordé del Holocausto. Sobrevivieron a semejante exterminio las personas que tenían un sentido de vida. Sí, sobrevivieron las personas que intuían que tenían una misión que cumplir antes de irse al infinito.

Ustedes, aprendieron a respirar dentro el agua porque tenían/tienen un sentido de vida: el periodismo. Y una misión: informar para que la gente que cree en la democracia respire libertad. La profesión pide mucho y devuelve poco. Pero la vida condecora, quizá no pronto; lo hace en el tiempo exacto.

Hace una semana verifiqué lo que ya sospechaba: Página Siete era una empresa yesca, pero rica en recursos humanos.

Durante 13 años, nosotros, los lectores, comprobamos cada día que una constelación de talentos, energía, pasión, principios y valores habían coincidido en unas páginas.

Pues… si han sido capaces de destapar decenas de casos de corrupción sin un peso en el bolsillo, imagínense los casos que hubieran descubierto si hubiesen tenido sus salarios al día.

Si han sido capaces de marcar a diario la agenda pública sin más que unas monedas para el pasaje, imagínense lo que hubiesen hecho si hubieran contado con una cuarta parte nomás de los ingresos que tienen los medios del régimen.

Si han sido capaces de hacer periodismo de calidad pese al acoso continuo de los “guerreros digitales” del régimen, imagínense el nivel que hubiesen tenido si hubieran desarrollado su trabajo en condiciones de democracia plena.

He ahí el heroísmo. Los héroes nacen y crecen en condiciones adversas. Ustedes, tenían una alta incidencia con casi cero ingresos en un país donde hay medios que tienen millones de ingresos, pero cero incidencia.

Ustedes tenían millones de visitas en su web sin un peso de propaganda gubernamental en un país donde hay medios que reciben millones por difundir propaganda, pero no son vistos ni siquiera por esos a quienes sirven cada día.

Ustedes eran creíbles por lo que daban, no por lo que recibían.

Esos a quiénes incomodaban a diario dijeron estos días que ustedes escribían y publicaban lo que el dueño del periódico les decía. Necios, desconocen que el periodismo es un proceso cognoscitivo y que por ello el texto y las imágenes deben coincidir con la parte de la realidad que reflejan.

Desconocen que un periodista no es robot programable, sino un ser deliberante.

No saben que a diferencia de un propagandista, el periodista renuncia al medio cuando aparece un propietario desubicado que le pide falsear la realidad.

No saben que un periodista debate con argumentos periodísticos desde el enfoque hasta el último párrafo cuando alguien quiere imponer sus sesgos políticos.

Desconocen que un periodista antes de aceptar que un gobernante o político llegue a su escritorio a cambiar el título de una noticia, prefiere enfrentarlo así le cueste su trabajo.

Esos mismos necios se acordaron de uno o dos errores que cometieron en 13 años, pero olvidaron los miles de aciertos que tuvieron. Los periodistas son pues seres humanos, tan humanos que publican sus errores, no los ocultan. Pero a diferencia de aquellos, ustedes aprendieron de sus errores y cada día fueron mejores.

Hoy, jueves, desperté, y automáticamente hice click enen https://www.paginasiete.bo/ y no los encontré. Imagino que están curando su otra vida, la que no veíamos y la que más valoramos hoy porque sin está no hubiera respirado la otra. A una semana de su ausencia, sólo me queda decirles: gracias. Ya nos veremos de nuevo. Tinkunakama.

ANDRÉS GÓMEZ VELA

Periodista y Abogado

*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21