Nace un bello elefantito

LUIS ANTEZANA

El parque zoológico de elefantes blancos más grande del mundo, que se encuentra en Bolivia y cuyo costo pasa de 20 millones de dólares, acaba de hacer feliz a la familia de los papás, con el nacimiento de un elefantito, anunciado por el Estado Plurinacional y que demandará la suma de más de 33 millones de bolivianos, No obstante, es paradójico que ese grandioso zoológico, con más de veinte hermosos ejemplares, cuyo mantenimiento es por demás elevado, no produzca ganancias y rinda, por lo menos, diez millones de dólares al mes.

Ahora bien. Se dijo que el elefante mayor (planta de Bulo Bulo) estaba destinado a producir fertilizantes, pero ahora aparece el elefantito (otra planta) que producirá el mismo producto que su papito, (¡cuando se está acabando el gas!), lo que significaría que la empresa estatal se está haciendo la competencia a sí misma, en vez de concentrar esfuerzos en un solo lugar y con el mismo objetivo. ¿Por qué se hizo esa inversión? ¡Sólo Alá lo sabe!

No solo eso. El fertilizante servirá casi exclusivamente para exportación, pues casi no se consume en el país y, en esa forma, la agricultura extranjera crece y hace la competencia a la declinante producción nacional, y así está condenada a una muerte piadosa. Entonces, cuanto crezca el bebé de Santiváñez, la solución habrá sido peor de lo que se pueda pensar. Así, pareciera que estas “empresas” solo sirven para tener dinero para “redistribuir” a la población en bonos y prebendas y no para hacer crecer la agricultura, tanto de los empresarios como de los hermanos indígenas (que ya no tienen propiedad de la tierra, la abandonan) y que son vistos como carne de cañón o deben volver a dormir como pongos en el zaguán.

Se ignora que los campesinos o bien ya no cultivan la tierra o carecen de experiencia necesaria para hacerla producir, debido a que no conocen la tecnología para utilizar esa clase de abono y que si se lo hace en forma empírica e indiscriminada, se puede esterilizar el terreno y dar muerte a los cultivos. Por tanto, no se sabe para qué el elefantito ha venido a este mundo.

En esa forma, es difícil pensar que estos elefantes blancos produzcan algo para el mercado de consumo. Así, mismo, por más que estos paquidermos (que son sagrados y pasean por las calles de la India, sin que nadie los moleste y cuentan con el apoyo del Estado) tengan alguna producción, ésta no servirá, porque mientras no se solucione el grave problema de la tierra, el negociado del fertilizante solo favorecerá a burócratas insensibles y satisfechos.

Finalmente, en vez de que el Estado Plurinacional derroche tantos millones de dólares en empresas fantasmas, que son un pozo sin fondo, sería preferible que esos fondos, ahora despilfarrados, sean destinados a solucionar la aguda cuestión de la tierra. Es este caso, los gastos serán mucho menores y los resultados verdaderamente increíbles y darían producción y riqueza para los pueblos indígenas, hoy abandonados a su suerte. Que vuelvan a la tierra y consuman los fertilizantes que necesitan con urgencia. La pérdida de “seguridad y soberanía alimentaria” va por esos caminos.

LUIS ANTEZANA ERGUETA

Escritor e Historiador

*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21