SAYURI LOZA 

Publio Afranio Potito fue un plebeyo que vivió en tiempos del emperador romano Calígula. Como todo buen lambiscón, en una oportunidad en que el emperador había caído enfermo (esta vez parecía que de muerte), Potito vociferó públicamente que haría un voto: si Calígula sobrevivía, él se quitaría la vida como ofrenda de agradecimiento a los dioses.

Sin duda, Potito estaba seguro de que el emperador no sobreviviría, pero sobrevivió, y cuando se le pidió que cumpliera su promesa, se negó. Calígula, que era de pocas pulgas, lanzó a Potito por la Porta Collina tras hacerlo desfilar y decorarlo como víctima de sacrificio, no se supo más del desgraciado.

Existieron muchos Potitos en la historia, aquí los llamamos llunk’us y se los reconoce porque revolotean ávidamente alrededor de los poderosos (o de los que consideran se volverán poderosos). Ya sea por falta de trabajo, o por falta de talento, estos individuos viven de defender y hacer alharaca de su lealtad y de su amor desinteresado por su líder, prometiendo -como Pedro a Jesús- dar la vida, el oro y el moro por su “causa”.

¿Y qué hace el líder con los Potitos? No tienen la buena idea de Calígula de echarlos, sino que los convierten en funcionarios, el cargo y el sueldo son igualmente proporcionales a la cantidad de veces que el Potito se inclina a besar los pies del líder; es común escuchar “él ha trabajado por el partido, hay que RECONOCERLE”.

En Bolivia, por desgracia, esto ha tenido consecuencias lamentables pues al año, el aparato burocrático crece en un 10% y no exactamente en maestros y médicos, para quienes nunca salen ítemes sino en funcionarios Potitos que llegan a cobrar el precio de su lambisconería.

No, no es un invento del MAS, esto de poner llunk’us cuyo mérito es saber amarrar watos, colocar medallas, abotonar chaquetas y hasta subir braguetas, lo lleva el país desde antes de ser país. Es proverbial la historia de Melgarejo (cuándo no) y su Secretario General, Mariano Donato Muñoz, que se echaban flores y se defendían mutuamente ante cualquier intento de crítica, al punto que para la memoria, se acuñó una moneda de ambos que decía “al valor (por Melgarejo) y al talento (por Muñoz)”; la buena gente de este país, sabiendo que lo único que se podía hacer era reír, bromeaba repitiendo “al valor y al talento, del lamebotas y el jumento”.

Así, gestión tras gestión, los talentosos lamebotas han ido engordando el aparato estatal central, departamental y municipal y de hecho, de cada institución pública que pueda imaginarse, al punto que hoy por hoy existe un funcionario por cada 24 habitantes en el país, pero en lugar de aligerar la carga burocrática, la hacen pesada y tortuosa al usuario.

En los últimos días, María Galindo ha hecho notar algo que si bien era obvio, se maquillaba con slogans y publicidad constante en Youtube: hay una crisis institucional profunda, de la que no se saldrá sin reformas cuando menos, draconianas, es decir eliminar por lo menos el 30% de los ítemes.

Claro que eliminar ítemes significará que los Potitos se rebelen y dejen de besar y defender a sus respectivos líderes, además de que tampoco pondrán su “aporte voluntario” para el partido al que responde su “lealtad”, y ya que estamos en tiempos de conflictos internos de partidos y juegos de tronos criollos, los Potitos son más necesarios que nunca, así que olvídense de reducciones.

Ellos, a sabiendas de esto, van por aquí y por allá jurando lealtades a cada líder, sólo en caso de que alguno caiga, y se toman fotos y las suben a las redes con frases como “siempre leales”, “hasta la victoria”, “doy la vida por mi partido”.

Empero, al igual que el personaje que dio nombre a este artículo, cuando se trata de realmente dar la cara y enfrentar las tempestades, los Potitos, leales a sí mismos, simplemente desaparecen, muchos de ellos incluso con nuestros trámites a medias.

SAYURI LOZA

Historiadora, Diseñadora de modas, políglota, artesana. 

*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21