SAYURI LOZA

Cuenta el historiador Herodoto, que cuando un rey persa fallecía, sus funcionarios dejaban cinco días al pueblo a su suerte, sin protección ni guardia alguna, en anarquía total. Prontamente se suscitaban robos, saqueos, asesinatos y violaciones a lo largo y ancho del territorio gobernado por el fallecido rey

Al cabo de ese tiempo, los súbditos, desesperados y presas del terror, suplicaban y exigían que se nombrara un nuevo rey, pues alegaban haberse dado cuenta de que sin una cabeza en el gobierno, sin alguien que pensara, actuara y decidiera sobre ellos, todo era caos y destrucción. De este modo lograban que nadie nunca se opusiera al totalitarismo de la monarquía.

Pero no sólo eso: a la hora de hacer el recuento de los daños de los cinco días, los funcionarios acusaban a opositores al régimen de ser los causantes de los desmanes y así aprovechaban para limpiar todo exceso cometido por el fallecido rey, achacándoselo a los supuestos enemigos.

Muchos siglos después, en algún momento de 1814, cuando se estaban llevando a cabo las cortes de Cádiz en España, partidarios de Fernando VII, comparaban éstas con aquellos cinco días de anarquía y exigían que regresara la monarquía para evitar que el caos llegue a un punto sin retorno.

Este tipo de sentimientos ha afectado a poblaciones en todo el mundo y han sido usados un sinfín de discursos donde se habla del “caos” la “delincuencia” y el “terror”, que pueden llegar a suceder en caso de que, en algún momento, una sociedad pretenda hacer cambios en tiempos de crisis.

Sin duda, muchos sienten esa preocupación por su naturaleza conservadora, pero la sensación se agudiza cuando dirigentes políticos, sociales o religiosos azuzan el crecimiento de dicha congoja con el mero objetivo de, al igual que los funcionarios persas, evitar que la gente se plantee cambios reales en busca de mejores días.

Quizás por ello es bien conocido el viejo adagio de “más vale malo conocido que bueno por conocer”, pensamiento que a menudo nos deja estancados en empleos, relaciones comerciales y sentimentales, hábitos alimenticios y formas de gobierno, que sabemos que están mal, que no deberían ser, pero que al final de cuentas, conservamos por el miedo que le tenemos al caos de iniciar algo nuevo con bastantes posibilidades de salir mal. Y ya que gastamos nuestra energía en ver TikTok, no estamos dispuestos a lanzarnos a la emocionante aventura de empezar de nuevo.

En efecto, los regímenes totalitarios y absolutistas, tales como la monarquía persa de tiempos de Herodoto, tienden a buscar su legitimidad en la violencia, provocada por ellos sin duda pero también como consecuencia del miedo al caos que se instala en la gente. La incertidumbre puede generar en la psique de las personas enemigos invisibles, más terribles y sanguinarios que varias dictaduras. Quizás por ello hoy escuchamos a muchos decir “que vuelvan los milicos”, al ver la situación en la que se encuentra nuestro continente, un poco arrojado a la deriva en los últimos años.

¿Hay que temerle a lo nuevo? Hay que tener reparos, de eso no hay duda, pero considero que en la situación en la que estamos, en lugar de escapar de un supuesto caos, debiéramos evitar anquilosarnos en sistemas que han demostrado que no funcionan y buscar nuevas propuestas, libres ojalá, de gente similar a los funcionarios persas, que están dispuestos a meter miedo y enfrentarnos con enemigos invisibles sólo para mantener en el poder a sus desgastados líderes.

SAYURI LOZA

Historiadora, Diseñadora de modas, políglota, artesana. 

*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21