La subvención no beneficia a las familias bolivianas

ESTEBAN BURGOA

En el último tiempo masistas, trabajadores del gobierno y hasta “técnicos” mal intencionados levantaron sus gritos al cielo, procurando defender lo indefendible y arremeter contra todo aquel que se digne a mostrar lo evidente. Estos personajes buscan poner debajo de la alfombra problemas realmente importantes en nuestra economía, todo esto bajo el disfraz de defensores de los más desprotegidos, cuando en realidad son la causa de sus dolores de cabeza, esto con el fin de mantener sus trabajos y la buena voluntad de sus jefes, por ello es necesario desenmascarar a estos “nobles patriotas” que dicen defender los intereses de las familias más vulnerables.

Se debe recordar que el alza de los precios de las materias primas, como consecuencia de la invasión rusa a Ucrania, en otros tiempos nos hubiera sido altamente beneficioso. Es verdad que por un lado encarecería tanto nuestras importaciones como los costes de la gasolina, la cual históricamente importamos, aún así, con la capacidad que alguna vez tuvimos de producción de gas natural hubiésemos llegado a tener un saldo positivo, pero, dado que: no se realizaron las inversiones en exploración y explotación por parte del estado, el despilfarro de los mismos en los últimos años y una caída de nuestra producción a casi la mitad frente a nuestros mejores años en la década anterior, (razón por la cual actualmente sufrimos escases de divisas), esto no es así y decir lo contrario es pecar de necio.

Los “expertos” estatales no paran de repetir el slogan de que contamos con una de las inflaciones más bajas de la región, creo que ya va siendo hora de que nos cuenten el método en extenso que usan para llegar a estas cifras, no sé usted querido lector, pero salir al mercado es siempre un dolor de cabeza.

Es verdad que los precios actuales en buena medida se explican por la subvención a la gasolina, lo cual claramente distorsiona el mercado y nos lleva a vivir con precios que no son reales, afectando la eficiente asignación de recursos por parte de los agentes económicos, razón por la que, las familias al momento de realizar compras e inversiones no cuentan con información realista para tomar decisiones eficientes.

Es importante aclarar que la política social de subvención a la gasolina y diésel oíl afecta a toda la población, tanto a familias de altos como de bajos recursos, empresas e inversores, y es por ello que perjudica al crecimiento y progreso del país.

Seguramente muchos se preguntarán, ¿cómo afecta al crecimiento económico? y ¿cómo perjudica a las familias? Para responder estas interrogantes, tomaré el ejemplo de un bien económico básico en nuestras mesas, nuestro tradicional pan de batalla.

Para producir pan, es necesario una gran cantidad de insumos, dada la subvención de los hidrocarburos, los precios de la mayoría de estos insumos en el mercado son ficticios (toda vez que no reflejan los verdaderos costes de producción), esto hace que invertir en tecnología, mano de obra y capital en la industria del pan no sea atractivo, lo cual limita su desarrollo y crecimiento, impidiendo la generación de empleos e industria y la especialización del sector, los precios actúan como señales, que indican a los agentes económicos donde faltan recursos y donde se debe aumentar la inversión; sin precios reales, esta señales no cumplen su función a cabalidad.

Es por esto, que la subvención a los hidrocarburos perjudica a las familias bolivianas, siendo que hay que sumar el alto coste de esta, la cual es pagada con nuestro dinero, y lamentablemente antes de llegar a ese puerto debe pasar por el largo camino de la burocracia y la corrupción que significa el que sea administrado por el Estado, razón por la que millones se pierden en el agujero negro de la administración pública.

A favor de los gobernantes podemos decir que reconocen el alto coste que representa esta subvención, lo malo es que piensan que nos hacen un favor y se tildan a sí mismos de estar realizando “un sacrificio fiscal” para favorecernos a nosotros los desamparados, les recuerdo que darme un beneficio con mi dinero no es un favor y que ya deberían a comenzar a darle un uso racional a los recursos de la población.

Eliminar la subvención a la gasolina y al diésel con seguridad será doloroso, pero no siempre lo que es bueno para uno causa placer, pero debemos ser conscientes de que es necesario, y a diferencia de los “analistas económicos” gubernamentales, no quiero pintarles un supuesto mundo perfecto lleno de fantasía, las cosas no están bien y el primer paso para resolver cualquier problema es reconocerlo.

ESTEBAN EDUARDO BURGOA CARDOZO

Director Ejecutivo Generación Bicentenario

*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21