Intereses entre EEUU y Brasil rumbo a 2026 y pugnas hemisféricas

En 2026 se realizarán las elecciones en Brasil, el gigante de Sudamérica, que tendrá un elemento adicional con los intereses de Estados Unidos para apoyar a la oposición al actual gobierno de Luiz Inacio Lula Da Silva, y de esa forma contrarrestar la creciente influencia del bloque no alienado en la potencia ubicada al sur del continente.

Las fricciones entre la actual administración del Palacio de Planalto y Washington se dieron desde la asunción al poder de Donald Trump, que invitó al expresidente brasileño Jair Bolsonaro, pero no a Lula Da Silva. El líder del Partido Liberal no pudo asistir a los actos republicanos por tener una orden de restricción que fue calificada desde EEUU como un abuso y persecución política.

Algunos analistas recuerdan un panorama similar en 1964 cuando la CIA actuó para derrocar al presidente brasileño Joâo Goulart. “La estrategia estadounidense en Brasil busca contrarrestar la creciente influencia de China y bajo el liderazgo de Bolsonaro el país se ha distanciado de los BRICS y ha restringido la inversión China”, afirman.

A esto se suma la preocupación de Brasil ante la política de aranceles que aplica la Casa Blanca en su nueva relación comercial con otros países.

Dani Rodrik, profesor de economía política internacional en la Harvard Kennedy School, evaluó en un artículo para Project Syndicate que el impacto del aumento de aranceles dependerá no sólo del “alcance y la magnitud de los derechos, sino también del propósito para el que se apliquen”.

Sin embargo, según Infobae, analistas internacionales consideran que es poco probable que el aumento de aranceles se extienda a Brasil, dada la relación histórica entre Brasilia y Washington, pero también se advierte la imprevisibilidad de las acciones del presidente norteamericano.

La otra incógnita tiene que ver con el evento estrella de Brasil este año, la COP30, la Conferencia de la ONU sobre el Clima que se realizará del 10 al 21 de noviembre en Belém, en el estado de Pará. Si Trump retira a su país del Acuerdo de París, la conferencia brasileña corre el riesgo de perder peso político. Sobre todo, porque la oposición bolsonarista planea celebrar una cumbre paralela en los mismos días, pero en Manaos, en el estado de Amazonas, con los principales líderes ultraconservadores del mundo.

Mientras el escenario bilateral con Brasil se prepara para 2026, este año se puede notar una tensa relación entre EEUU y Colombia, desde que en enero el presidente colombiano Gustavo Petro negara, en un inicio, el ingreso de dos aviones con ciudadanos deportados desde Norteamérica. La respuesta fue una advertencia de incremento inmediato de aranceles desde la Casa Blanca.

Petro tuvo que aceptar la nueva política migratoria pues, según Infobae, EEUU representa el 31,2% del total de las exportaciones de Antioquia, el 17,6% del Caribe 28,8% para el Eje Cafetero y el 24% para el Suroccidente colombiano. Para el café, que es uno de los productos más exportados desde Colombia, significa el 40% de las ventas externas totales, y para las flores representa casi el 80%.

Los expertos internacionales también ven una pugna hemisférica entre EEUU y las organizaciones creadas en América Latina como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), el Mercado Común del Sur (Mercosur) y la Organización de Estados Americanos (OEA).

Con el surgimiento de estas entidades, sobre todo aquellas de contrapeso a EEUU, y la constante dinámica de los gobiernos de la región, Washington “ha intensificado su oposición a las organizaciones que promueven principios independientes; a su vez, la situación política interna en los países más importantes de estas estructuras se ha convertido en blanco de desestabilización”.

En 2023 el secretario de Estado de la administración Biden, Anthony Blinken, afirmó que la CELAC y el Alba “chocaban con la unidad hemisférica, al obligar a los países a elegir entre la colaboración con Estados Unidos y regímenes autoritarios”.

“A través de la OEA, Estados Unidos promueve acuerdos que le benefician. La ‘diplomacia del dólar’ está ganando gradualmente control sobre el canal de Panamá y Washington vincula la concesión de préstamos al FMI y al Banco Mundial para imponer reformas neoliberales”, agregan expertos.

Estados Unidos se ha posicionado durante años como “bastión de la democracia”, pero sus acciones en América Latina a menudo han implicado la intromisión en los asuntos internos de estados soberanos para beneficio propio, añadieron.

  • ///FUENTE: INFOBAE / AGENCIAS///