Historias del lejano oeste: el ascenso de un forajido

CARLOS LEDEZMA

Una de las principales causas de la Guerra de Secesión en los Estados Unidos, fue el relacionado a la esclavitud, ese problema que se había arrastrado desde la creación del país, terminó por dividirlos, enfrentando a los nacionalistas de la Unión, frente a los secesionistas del Sur. Mientras desde las tierras del Norte se abogaba por el trabajo con mano de obra libre para la agricultura y la industria, desde el Sur, mantenían su postura de que el campo debía ser trabajado por los esclavos, en su gran mayoría, de origen africano, por lo que los Estados Confederados habían visto por conveniente independizarse.

El espíritu de libertad con que combatían los ejércitos del Norte, distaba de las formas despóticas y tiranas con que las encaraban los del Sur, desprendiéndose dos facciones conocidos como los “abolicionistas” y los “esclavistas”. La sangrienta Guerra Civil que se libraba en el país del Norte, influyó de manera determinante en la vida de sus ciudadanos.

Uno de los casos más conocidos, es el de Jesse James y su hermano Frank, quienes habían decidido enlistarse en la guerrilla del Sur liderada por William Clarke Quantrill, conocido como los “Quantrill’s Raiders” o “bushwhackers”, mismos que actuaban de forma irregular independiente del ejército confederado. Cuando los ejércitos del Norte tomaron Missouri, los hermanos James se rindieron ante los soldados del Norte, de quienes terminarían huyendo para caer en manos de la “Banda de los Youngers”, un grupo de forajidos que se dedicaba a realizar robos y saqueos de diligencias y ferrocarriles.

Durante su niñez, nada había que pudiera hacer pensar que aquel pequeño niño de ojos claros, hijo del Pastor Bautista de la iglesia “New Hope” y de una madre católica ferviente, terminaría por convertirse en el audaz, temible y despiadado Jesse James. La temprana muerte de su padre pudo afectar su edad temprana, aunque la dedicación y amor que recibiera de su madre, aseguró que él y su familia esté bien protegida.

La Guerra de Secesión le cambió la vida, aunque él junto a su familia estaban alejados de cualquier conflicto, los vecinos y gente del condado de Kansas donde pertenecían, comenzaron a sembrar la duda en relación de pertenecer a un Estado libre o esclavista. Al ser su familia propietarios de esclavos con raíces en Kentucky, no quedaban dudas de la posición que tomaría tanto él como sus hermanos. Jesse era demasiado joven para participar en las filas confederadas, por esa razón decidió adscribirse con sólo quince años en un movimiento irregular.

Concluida la guerra, Jesse descubrió que muchos de sus vecinos pertenecientes a la Unión, no estaban dispuestos a olvidar todo lo ocurrido, exigiendo a los “soldados rebeldes” que realicen el “juramento férreo”, para poder votar, ocupar cargos públicos o ser profesor, un juramento completamente distinto al juramento de lealtad, por lo que debían jurar que no habían luchado, apoyado o simpatizado con los confederados, lo que ni Jesse ni su familia estaban dispuestos a hacer.

Cuentan las crónicas del 13 de febrero de 1866, que una decena de hombres ingresaban pegando tiros en el Liberty, Missouri, robando 60.000 dólares en oro de la Asociación de Ahorros del Condado de Clay. La gran interrogante fue la del porqué, Jesse James decidía dedicarse al saqueo y pillaje después de la Guerra Civil, cuando muchos al igual que él, regresaban a sus hogares y recuperaban sus vidas pacíficamente.

La carrera delictiva había iniciado. Muchos atracos, robos, asesinatos y otros crímenes fueron asociados a Jesse James, pero las pruebas resultaban ser tan esquivas como él mismo. Con tan sólo veintidós (22) años, pasó a ser un proscrito, durante los siguientes años se conocerían sobre más abusos, robos y víctimas mortales, mientras él seguía negando las acusaciones y mandando cartas que solicitaba que se le realizara un juicio justo.

El criminal se había convertido en el forajido más buscado, la gente lo despreciaba y le temía, por lo que el Gobernador de Missouri cifró en 10.000 dólares el precio de su cabeza. Tal como había decidido vivir su vida, creyendo en que sus secuaces y compañeros de pillaje conocerían el significado de la palabra lealtad, Jesse James era asesinado con un tiro en la espalda por Robert Ford, miembro y amigo de su propia pandilla, los “James-Younger”

Robert Ford, uno de los integrantes forajidos de la pandilla de James, había pensado en reiteradas oportunidades ser él mismo quien la liderara. Creyó que podría librarse de Jesse y cobrar la recompensa al mismo tiempo. Reunidos en la casa de james, Robert pensó que su momento había llegado, espero a que su compañero se encuentre desarmado y cuando éste le dio la espalda, recibió un disparó a quemarropa. Corría la tarde del 3 de abril de 1882, cuando Robert y su hermano huían del lugar luego de acometer al forajido más buscado.

La vida pega giros inesperados, viéndose dramáticamente trastornada por hechos de violencia, traiciones o deslealtades de quiénes menos se espera. Una vida dedicada a la violencia a la manipulación, al engaño, al robo, al abuso, a situaciones que terminan fortaleciendo el ego egoísta del “líder”, quien se regodea con la tragedia que deja a su paso; lo mismo que sus secuaces, compañeras y compañeros, saqueadores, ladrones, asesinos, terminando por volver a Jesse James en un ser insensible al derramamiento de sangre, obsesionado por la venganza, resentido, deseosos de acumular riqueza sin sacrificio, excepto aquel de las muchas vidas de víctimas inocentes.

Aquel que aprendió a matar y aprendió a robar, a atracar, aprendió a delinquir, a hablar a mentir, a prometer y engañar; aquel que justifica sus delitos y acciones con su propio código moral y que no rinde cuentas a nadie, aquel que lleva la maldad en la sangre y tiene los rasgos característicos de un proscrito, ¿Acaso tiene el derecho de hablar de “traición”?

CARLOS MANUEL LEDEZMA VALDEZ
Escritor. Investigador. Divulgador Histórico. Consultor de Comenius S.R.L. Ingeniería del Aprendizaje
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21