Todo tiene un comienzo y un final, el cual es inevitable porque forma parte de su naturaleza. Algo similar sucede en la política boliviana y es que podríamos afirmar que estamos ante el fin de una era. No me refiero solamente al período masista, sino a ese régimen que comenzó en 1982 y aglutina tanto a mal llamado “neoliberalismo” y la hegemonía del Movimiento al Socialismo.
El período “neoliberal” o “democracia pactada” estuvo vigente entre 1982 y 2005, es decir, un período de veinte años. Esta etapa se caracterizó por los gobiernos del MNR, MIR y ADN que cimentaron las bases de sus gestiones mediante pactos en el Congreso. Este ciclo comenzó de manera turbulenta con la hiperinflación, luego se consolidó con el DS 21060 y alcanzó su cúspide con la capitalización.
Sin embargo, a finales de los años 90 todo empezó a caerse e implosionó en 2003 con la salida abrupta de Gonzalo Sánchez de Lozada. Fue Carlos Mesa quien le puso el clavo final al ataúd de esa etapa, la cual fue tragada por las páginas de la historia y dio paso a los gobiernos del MAS.
Con el periodo masista pasó algo similar. Sus inicios estuvieron marcados por las tensiones surgidas de la Asamblea Constituyente y los enfrentamientos entre opositores y oficialistas. Luego se consolidó con la aprobación de la Constitución y alcanzó su cúspide a mediados de la década pasada.
No obstante, cuando Evo Morales decidió desconocer el referéndum del 21F todo empezó a ir en picada y los eventos de 2019 terminaron de eyectarlo de la silla presidencial.
Aunque un año después el MAS volvió al poder, las circunstancias no eran iguales y las diferencias entre Evo Morales y Luis Arce se hicieron palpables hasta el punto en que el actual mandatario le arrebató la sigla del MAS-IPSP y Morales formó su propia agrupación e intenta entrar a las elecciones como sea, incluso con muertos de por medio.
Pese a ello, los casos de corrupción de los ministros, los jueces autoprorrogados, la falta de dólares y combustible, sumado a la ineficiencia del gobierno en solucionar los problemas, muestran un panorama electoral no muy favorable al masismo. En las últimas encuestas su candidato, Eduardo del Castillo o “Sonia”, apenas supera el 1% mientras que Andrónico Rodríguez, el cachorro de Morales, oscila entre el 14 y 15% detrás de los “opositores” Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina.
Ahora, una muestra tangible del caducado régimen del 82 son sus figuras políticas. Todos los actuales candidatos son políticos que no tienen propuestas nuevas, tienen el carisma de una piedra y se ufanan en eslóganes banales como “100 días carajo” “gasolina a 5Bs”, “hagamos sexy a Bolivia otra vez”, etc.
Tanto Samuel, Tuto, Manfred, Paz Pereira y otros, no tienen un horizonte claro para los próximos años, simplemente agarran ideas como “Estado mínimo”, “bajos impuestos” y las combinan con viejas medidas estatistas dando lugar a un oxímoron sin pies ni cabeza.
Andrónico tampoco se salva, porque es la copia barata de Evo Morales y las ideas que han llevado al país cuesta abajo; su único mérito es “ser joven” y se acabó. Ni qué decir de Jaime Dunn, que se presenta como un “outsider” pero cometiendo los mismos errores que los políticos tradicionales.
Estas personas se han enraizado en la política como la hierba mala en el suelo, igualito que Goni, Banzer, Jaime Paz Zamora y otros políticos del pasado que no se dieron cuenta que sus ideas, o ellos mismos, se han vuelto obsoletas.
Cualquier cosa que suceda después del 17 de agosto, nada será igual. Pienso que el ganador no logrará resolver los problemas del país ni tampoco tendrá la fuerza suficiente para sostenerse por cinco años.
Sin temor a equivocarme, estamos entrando a una etapa especial donde el país vivirá momentos convulsionados y no habrá plena estabilidad. También será el ocaso de estos viejos políticos y “los renovadores de cartón”. Quién sabe si surgirá de las cenizas algo nuevo que vaya acorde con los acontecimientos mundiales. La historia no se repite, pero rima.
- Bryan Orozco Romero
- Abogado, guionista investigador en YouTube y diplomando en periodismo político
- *NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21