Algodoneros tienen stock desde 2019 y están a un mes de iniciar cosecha

 

“Hoy más que nunca debe apostarse por el algodón en una coyuntura de altos precios internacionales (se cotiza a $us 140 el quintal de la fibra) y de flojo desempeño de la economía nacional que no logra recuperarse. Hay un desafío de sustituir importaciones, pero, por ejemplo, relegan a los algodoneros que con acceso a créditos productivos y biotecnología pueden aportar la materia prima (aceite de la pepita de algodón) para la planta de biodiésel que el Gobierno prevé implementar en Santa Cruz”.

Así, Tomás Juchani, productor, demandó la inclusión de este sector en las políticas públicas para reflotarlo.

Trae a colación que, en el pasado, entre los años 1996 y 2000 el sector producía por encima de 30.000 hectáreas y que hasta 2014 este subsector generó unos 167.500 empleos directos. Con nostalgia, comenta que en esa época había aproximadamente 856 pequeñas y medianas empresas (pymes) y 45 empresas grandes.
“Hay que darle chance al sector algodonero y generar las condiciones -créditos, biotecnología y mercados- para que aporte con divisas frescas a la reactivación de la economía y generación sostenida de empleos”, acotó Juchani.

Pero el entusiasmo del productor contrasta con la realidad y cifras sectoriales. A un mes del inicio de la cosecha de las 2.000 hectáreas que abarca la frontera agrícola algodonera en Santa Cruz, desde la Federación Departamental de Productores de Algodón (Fedepa), el presidente Jesús Arce indicó que desde la cosecha de 2019 tienen un stock de 17.000 quintales amontonados en la desmotadora Godefroy. La razón, la falta de mercado.
La inmovilidad comercial, con los precios actuales de mercado, a decir de Arce, representa un perjuicio en la economía productiva de más de $us 2 millones. En 2021, se sembraron 1.800 hectáreas y para este año la superficie comprende 2.000 hectáreas. “El área de siembra está estancada desde hace tres años”, mencionó.

Arce cree que cuatro son los pilares que condicionan la reactivación de la cadena de hilados, textiles y confecciones de fibra de algodón. Productividad y competitividad (una condición esencial es el uso de la agrobiotecnología, en particular semillas genéticamente modificadas, e incorporación de tecnologías en la producción).

La apertura de mercados externos (principalmente a los países que junto con Bolivia conforman la CAN -Ecuador, Perú y Colombia-), reducción de riesgos (realizando actividades resilientes que reduzcan los impactos negativos del cambio climático, fluctuaciones de los precios internacionales, cambios en las políticas y normas gubernamentales) y fortalecimiento institucional (crear el Consejo Nacional del Algodón de Bolivia para impulsar actividades conjuntas entre los sectores público, privado, las universidades, centros de investigación y las instituciones de apoyo internacional, como la FAO, el IICA y otros).

Según Fedepa, en la actualidad en Bolivia existen alrededor de 270.000 vendedores de prendería usada que negocian ilegalmente $us 40 millones y legalmente importan $us 19 millones al año, a esto se suma al contrabando de ropa y textiles que llegan a $us 85 millones. Sumando $us144 millones.
Para el gerente general de Agrofortaleza y presidente de Granosol, William de las Muñecas, el algodón es un cultivo atractivo para ser producido, siempre y cuando cuente con algunas salvaguardas en la producción. “Ya no es posible pensar en un cultivo de algodón si no se utiliza material transgénico. Si no tenemos esa herramienta -la transgénesis o transgénicos- es muy difícil pensar que nuestros agricultores compitan en un escenario internacional”, apuntó.

Otros factores claves, a su criterio, están relacionados con la actividad en campo que debe ser 100% mecanizada y el algodón debe visibilizarse no como monocultivo, sino alternativa de rotación para dar descanso en verano a los suelos agrícolas de Santa Cruz.
“El eslabón principal que tiene que tener Bolivia es mercado. Hoy, el agricultor ‘juega’ a la lotería, puede ser que venda bien, pueda ser que venda mal. Esos aspectos en el mundo moderno de la comercialización de los commodities han desaparecido. Debemos evolucionar”, enfatizó De las Muñecas.

Desde noviembre de 2021, en el marco de la política de sustitución de importaciones, el Gobierno proyecta hasta 2025 desarrollar la industrialización de diésel renovable (HVO), biodiésel y diésel sintético para la sustitución del 43% de las importaciones del combustible fósil, es decir de diésel, con la puesta en marcha de dos plantas en Santa Cruz que producirán 723,4 millones de litros por año.

En ese contexto, Arce expuso que de la pepita de algodón se extrae aceite. “Si volvemos a sembrar 50.000 hectáreas anuales, como en dos oportunidades en la historia de la producción de algodón de nuestro país, obteniendo un rendimiento de 1 tonelada/hectárea (aproximadamente 22 quintales/hectárea) de fibra de algodón, tendríamos una producción anual de 50.000 toneladas de fibra de algodón y, por lo tanto, unas 8.000 toneladas de aceite crudo por año. Además, es un producto renovable, lo podemos producir cada año, lo que permitiría generar una importante cantidad de biodiésel contribuyendo a la sustitución de importaciones, evitando la fuga de divisas que reducen las Reservas Internacionales Netas (RIN)”, anotó.

Apuesta estatal

En diciembre de 2021, con el propósito de fortalecer la producción de la ‘pelusa blanca’ en zonas tradicionales, reactivar la cadena de valor algodonera y reducir la importación, el Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras (MDRyT) anunció la ejecución del Programa Nacional de Apoyo a la Producción de Algodones en Bolivia en los departamentos de Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija, con un presupuesto de Bs 122.132.241 ($us 17,5 millones).

El programa beneficiará a 1.200 familias de 19 municipios en las regiones antes citadas. Tendrá como objetivo impulsar acciones para innovación tecnológica, sanidad vegetal, producción, cosecha, poscosecha y mercados, en el periodo comprendido de 2022 a 2025.

Desde Fedepa comentaron que a la fecha este programa no inició y que no fueron notificados para trabajar de manera coordinada.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en una nota reproducida en su portal virtual, destacó el Programa Nacional de Algodón implementado por el Gobierno nacional, para mejorar la producción de la fibra textil vegetal en el territorio nacional.

Describe que actualmente el MDRyT, responsable por el programa, viene discutiendo, evaluando y planificando la implementación del programa, donde se estima que contará con el acompañamiento técnico por parte del proyecto de cooperación sur-sur trilateral +Algodón Bolivia, implementado entre los años 2017 y 2021.

Se cita que, hasta la aprobación del marco legal para el sector algodonero, las acciones de rescate y reactivación de este sector contaron con el soporte técnico del proyecto +Algodón. A lo largo de cuatro años, contribuyó a la propuesta técnica del Programa Nacional de Algodones, con acciones de seguimiento técnico hasta su aprobación en diciembre de 2021.

Reactivación y empleos

Para el expresidente de la Asociación de Productores de Algodón (Adepa) y analista de agronegocios, José Luis Landívar, la reactivación de la cadena de fibra de algodón, así como de otras cadenas agroalimentarias, es esencial para contribuir a la reactivación de la economía del país.
Relievó que lo producido en el campo son productos renovables (se producen todos los años), a diferencia de los productos extractivos como hidrocarburos y minerales, que una vez se extraen y entregan al comercio nunca más los puede obtener; por lo tanto, los productos renovables contribuyen al desarrollo sostenible de las naciones. “Las cadenas agroalimentarias son altamente generadoras de fuentes de empleos dignos y permanentes, de ingresos de divisas y de impuestos”, mencionó Landívar.

Consideró importante que los gobernantes entiendan que, para lograr que un modelo de producción sea sostenible en el tiempo, debe cumplir cuatro requisitos: económicamente sustentable (el productor debe finalizar la gestión agrícola con un margen económico razonable como retorno de su inversión), en armonía con el medioambiente (protegiendo los recursos naturales para ser usados por futuras generaciones), con equidad y responsabilidad social y buena gobernanza (adecuada administración de sus operaciones).

//FUENTE: EL DEBER//