Triste historia de la “Nueva economía social, comunitaria productiva”

LUIS ANTEZANA

El gobierno tiene una receta titulada “El Nuevo modelo económico, social, comunitario y productivo”. Fue puesta en práctica de hecho desde hace quince años por el régimen de Evo Morales y continúa en vigencia en el gobierno actual. El texto de esa receta no fue considerado por el Órgano Legislativo, es desconocido por la población y círculos profesionales y académicos, de tal forma que nadie sabe a qué atenerse. No fue divulgado para conocimiento de la opinión pública, excepto en una revista de carácter interno del Ministerio de Economía, en tiempo lejano.

Según sus autores, Luis Arce Catacora, Jaime Villegas y otros, fue ideado hace más de veinte años (1999) por un grupo llamado “Duende”, al que se añadió el grupo “Comuna” de Álvaro García Linera, con el cual se encontró que sus autores “hablaban el mismo idioma”. El engendro adoptado por el presidente Evo Morales en 2006 indica que “En ningún momento se pensó en construir el socialismo de inmediato” y que “hay un período intermedio llamado de” transición” de duración indefinida.

Agrega que sus autores descubrieron que “el excedente” económico nacional no estaba “bien distribuido” y “era el causante de los problemas sociales, pero que en cuanto se solucione ese problema de distribución de dichos excedentes y cuando se resuelven estos problemas económicos se eliminan gradualmente los problemas sociales” (Sic). En vista de esos antecedentes, lo que se debía hacer era tomar todo el poder político del Estado, aplicar la nueva economía, con el diktatum de que “el Estado tiene que ser todo”, planificador, empresario, inversionista, banquero, regulador, productor del desarrollo…”. Entonces, gracias a esa caja de Pandora, Arce y Villegas fueron designados, el primero ministro y zar de la economía, el segundo, administrador de los “excedentes” del gas. La troika se completó con García Limera, que se atornilló en la vicepresidencia por quince años.

Ese “modelo” generaría excedentes y el Estado benefactor los distribuirá en forma de bonos, prebendas, “elefantes blancos”, etc. Hasta ahí la sapientísima la teoría.

Tan “brillante” e imaginativa idea de distribuir los excedentes dependía básicamente del factor externo, vale decir de los precios del gas, estaño y materias primas que exportamos, que producen los excedentes, sin tomar en cuenta que sin los ellos nada hay para distribuir, pues no se puede distribuir riqueza cuando no la hay.

Ahora bien. En primer término, la providencial fórmula se basó en que el Estado tendría de por vida a su disposición grandes cantidades de “excedentes” (dinero) para repartir ir la población, en forma de bonos, obras faraónicas, despilfarros, etc. Pero, la golloría duró poco tiempo, pues los precios de las materias primas de exportación y la producción interna se derrumbaron. Entonces, la vaca lechera (el Estado) se quedó sin recursos debido a que los precios tuvieron un bajón, efecto que no dependía de la producción interna, sino de las divisas llegadas del exterior. Además, no se supo administrar o se malversó los enormes ingresos. Desde el 2006 al 2019 ingresaron al erario nacional ¡¡“más de 47 mil millones de dólares!! y eso sólo por venta de gas”, según el economista Antonio Saravia.

Entonces, como bálsamo, para cubrir el déficit, el gobierno de Evo recurrió a gastar las reservas, aumentar la deudas interna y externa, crear impuestos o subirlos y una serie de malas artes. Es más, constató que estaba con los bolsillos vacíos, no tenía fondos para chauchitar y distribuir los excedentes y, si no cumplía con el pago de los bonos, etc.. causaría una gran crisis política y su desestabilización.

De esos hechos se concluye que el célebre Nuevo Modelo Económico no sirvió al país y que, además, sigue vigente, pese a que no estamos en el tiempo de las vacas gordas, sino de las flacas y su destino es muy vidriosa. Es más, el modelo fue elucubrado sobre premisas falsas y, por tanto, las conclusiones también fueron falsas, al menos mientras la práctica no demuestre lo contrario.

En ese sentido, lo conveniente sería que el modelo sea rectificado y cambiado por otro, cortar nuevos despilfarros y evitar la caída del país al abismo con ofertas deleznables y antieconómicas. El reparto de los “excedentes” podría ser positivo para quienes lo reciben, pero de ninguna manera para el país. Esa operación de distribuir el dinero, que parece tener sentido es, sin embargo y en consecuencia, absurda.

Además, el gobierno del MAS de Evo Morales, con esa política de derecha, derrochó a manos llenas, durante quince años, dichos multimillonarios recursos, en vez de mantenerlos para conservar o cambiar las obsoletas estructuras económicas del país.

Esos enormes fondos, en cambio, debieron servir para atender la salud de las masas populares. Ese dinero únicamente “sirvió” para volatilizarse y no para convertirse en capital que se reproduzca y origine inversiones y nuevos capitales. El Estado Plurinacional puso en práctica, pues, la ideología populista que, como en todos los casos, es falsa, carece de lógica, de ética y es trampa para ingenuos y descreídos caídos de la luna.

Se observa, pues, que nuestros iluminados teóricos de universidades conservadoras no tienen noción del proceso de transformación del dinero en capital y, peor, aún, pese al error y ver que es un fracaso, insisten en no reconocerlo y, más aún, vuelven a aplicarlo conscientemente, lo cual raya en el empecinamiento. Es más, pareciera que no han aprendido economía.

LUIS ANTEZANA ERGUETA

Escritor e Historiador

*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21