Piedra, papel o tijera

Cuentan las crónicas del 11 de junio de 1962 que, en el acto de graduación de la Universidad de Yale, el Presidente de los Estados Unidos de América, J. F. Kennedy señalaba lo siguiente: “el gran enemigo de la verdad a menudo no es la mentira —deliberada, artificial y deshonesta—, sino el mito —persistente, persuasivo e irreal—. Con demasiada frecuencia nos aferramos a los clichés de nuestros antepasados. Sometemos todos los hechos a un conjunto prefabricado de interpretaciones. Disfrutamos de la comodidad de la opinión sin la incomodidad del pensamiento”.

En las sociedades modernas, no es la mentira consciente y malintencionada la que hace más por dificultar conocer la verdad, los mitos y las ideas preconcebidas, falsas pero convincentes, son las que prevalecen en el imaginario colectivo. Los mitos son altamente peligrosos –más en una sociedad sin hambre de conocimiento ni ímpetu por el saber–, puesto que disfrazan la verdad y moldean la percepción de los hombres de acuerdo al relato que muta y se transforma según los intereses del poder político que manipula y los adapta en función a los instintos primarios de sus siervos.

Las palabras encierran mucho de verdad cuando se emplean para describir realidades objetivamente, a pesar, de que muchas veces también son empleadas para el engaño y la manipulación que no necesariamente viene acompañada de una mentira burda y descarada, simplemente se encargan de subrayar y recalcar mitos como verdades irrefutables, debido a la incapacidad de pensar críticamente de parte de los ciudadanos, que dejan se imponga la respuesta absurda e insoportable de la masa, denostando, cuestionado y atacando violentamente a los que tienen el atrevimiento de ¡pensar!. Pensar libre e independiente.

Las personas caen fácilmente en el engaño y son arrastradas a asumir falsedades que –casi siempre– van en contra de sus propios intereses; engaños que, dicho sea de paso, están basados en relatos carentes de todo sentido como aquel que a la letra dice: “bloquear carreteras resuelve los problemas de pobreza, hambre, desabastecimiento, falta de dólares y gasolina” o ese al estilo “Robin Hood” que reza: “Le quitamos al rico, para dárselo a los pobres” (actualmente será a “los pobres políticos” que terminan haciéndose millonarios en un santiamén).

Al hilo de las últimas noticias, el mito termina imponiéndose a la verdad y al buen juicio de las personas. La conducta carente de valores morales, preñada de maldad, depravaciones y abominaciones, van en contrasentido al mandato de Dios y a lo que realmente desea el pueblo boliviano, paradójicamente, ese pueblo que clama por justicia y libertad, insiste tozudamente en alimentar el mito de los bloqueos y las protestas en las calles, encargándose de que crezca la figura de “políticos” miserables que están más interesados en mantener al Estado secuestrado por organizaciones criminales.

La historia de los “líderes políticos” bolivianos, está marcada por las manipulaciones y engaños, sin apreciarse algo nuevo bajo el sol. Los políticos decadentes no están orientadas a resolver la crisis, ni mucho menos en buscar la paz, tal como viene aconteciendo en los últimos 200 años de vida republicana. En estos dos siglos se han cometido y se cometen delitos, arbitrariedades, violaciones y vulneraciones a las normas, cometen iniquidades contra del pueblo, abstrayéndose de la realidad por completo y, aun así, es el mismo rebaño el que elige a sus carniceros.

Los “líderes políticos” se niegan a reconocer la maldad de su conducta y apelan por el contrario –con el apoyo de las cajas de resonancia en que se han convertido los medios de comunicación– en mostrar su manto de impunidad con el que arrastran a su gente (que no quieren incomodarse pensando) a deslizarse por una pendiente regada de sangre con la que alimentan el mito: “La sangre del pueblo libera”; “La revolución del pueblo, para el pueblo (para los intereses de los políticos)”; “Estamos en las calles en defensa de los más humildes”, entre muchas otras falacias con que riegan el camino de vidas humanas. Policías y civiles, tal como ocurrió en los últimos acontecimientos en Llallagua (Potosí), con el saldo de seis personas muertas.

Estas prácticas terroristas y criminales mantienen a la población en un estado de angustia permanente, lo que conduce finalmente a que entreguen su voto de manera irreflexiva, dejándose seducir por el mito que se ha construido alrededor de la imagen de un “político”. Se debe entender que una sociedad que muestra su apoyo a un “político” bloqueando, marchando y movilizándose violentamente en carreteras, calles y ciudades, además de alimentar el mito, es el mayor responsable de todos los males que aquejan a su país.

Afortunadamente el descontento que provocan los bloqueos en la población gana adeptos, el próximo gobierno deberá asumir medidas que penalicen esta práctica nefasta que sólo ha servido para bloquear el desarrollo del país. Una sociedad que naturaliza el bloqueo, sufre un trastorno límite de personalidad que le obliga a vivir atuoflagelándose. Se debe promover la sana convivencia y el respeto, si lo que se busca es tener hombres y mujeres que aporten verdaderamente al país en lugar de sólo pensar en bloquearlo.

Se debe acabar con el mito de aquellos que creen que lo político se resume en ser de derecha o izquierda, cuando en realidad es mucho más que eso. Ser amable debe ser la política para vivir en sociedad. Hacer el bien, sin quitarle nada a nadie, repartiendo y sirviendo sin robar, aceptando que somos alguien en la sociedad gracias a que otros lo son también, erradicando la envidia que se ha sembrado ab-zurdamente, sumando y trabajando honradamente. Tratando de ser buena persona, solidario y honesto, entendiendo la honestidad como una virtud que considera a todos los hombres libres y lucha para que la justicia sea la misma para todos, sin ningún tipo de privilegio ni discriminación.

En las últimas horas la Fundación Tierra presentó un informe en relación a los programas de gobierno de los postulantes a la presidencia de la república en los que proponen medidas de ajuste económico, dando continuidad a una economía extractivista (irresponsable), sin establecer costos sociales ni ambientales que conllevan, planes el manejo y políticas de mitigación al impacto social y ambiental, por lo que la fundación hace un llamado a la población boliviana a exigir propuestas electorales responsables y sostenibles.

A tan sólo sesenta días de realizarse el verificativo de las elecciones para presidente, ninguno de los “postulantes” goza de confianza plena por parte del electorado, por lo que, mientras se aclara el panorama, los ciudadanos prefieren distraerse jugando al piedra, papel y tijera, que no deja de ser un método más interesante en contrasentido a perseguir mitos encarnados en la figura de un “político”.

Mientras esto acontece, pidámosle a Dios que el desánimo y la frustración no minen nuestro espíritu y nos obliguen a cambiar nuestra manera de pensar, no olvidemos que: “Estamos acostumbrados a ver al poderoso como si se tratara de un gigante, sólo, porque nos empeñamos en mirarlo de rodillas y ya va siendo hora, de ponerse de pie”.

  • CARLOS MANUEL LEDEZMA VALDEZ
  • ESCRITOR. DOCENTE UNIVERSITARIO. DIVULGADOR HISTÓRICO. DIRECTOR GENERAL PROYECTO VIAJEROS DEL TIEMPO
  • *NDE: LOS TEXTOS REPRODUCIDOS EN ESTE ESPACIO DE OPINIÓN SON DE ABSOLUTA RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO COMPROMETEN LA LÍNEA EDITORIAL LIBERAL Y CONSERVADORA DE VISOR21