Trinidad: comercializan objetos por reclusos de Mocoví hechos con piel de jaguar

En la Amazonía de Bolivia, en los mercados y ferias locales de Trinidad, capital del departamento del Beni, es posible encontrar sombreros, gorros, billeteras, cinturones y otros objetos que se venden como si fueran artesanía, pero que están fabricados con piel de jaguar y otras especies silvestres amenazadas y cuyo comercio está prohibido.

Una investigación realizada por World Animal Protection, publicada en la revista Oryx de la Universidad de Cambridge, mostró que varios de los objetos que se exhiben en mercados y ferias son elaborados dentro de la la prisión de Mocovi, en Trinidad.

“Nos llegaron alertas desde Bolivia sobre el tráfico ilegal de partes de jaguar y luego recibimos un video en el que se cuenta cómo las pieles están entrando a la cárcel de Mocoví para poder confeccionar diferentes artículos como billeteras, sombreros, cinturones. Inmediatamente empezamos a hacer el rastreo para confirmar la información y tener pruebas”, señala Roberto Vieto, uno de los autores de la investigación y gerente de campañas de Vida Silvestre de la organización World Animal Protection.

Así le siguieron la pista a este comercio ilegal de pieles de jaguar y otras especies silvestres como anacondas, boas, pecaríes y ñandú, entre otras, que se usaron en la prisión para confeccionar estos objetos que luego se comercializaron en los mercados locales e incluso en una feria artesanal del centro penitenciario de Mocoví.

El jaguar es una especie considerada Casi Amenazada, según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Sin embargo, en Bolivia, el Libro Rojo de la Fauna Silvestre de Vertebrados del país, lo categoriza como Vulnerable (VU).

UN COMERCIO ILÍCITO

El video al que se refiere Vieto contenía imágenes de un recluso que mostraba los productos elaborados con estas pieles dentro de la prisión de Mocovi, así como el relato del origen de los insumos y detalles sobre la venta, el precio y los pedidos recibidos de dichos productos, se explica en la publicación en la revista de Cambridge.

Según el estudio, los reclusos adquieren las pieles de animales silvestres de dos fuentes diferentes. En primer lugar, compran pieles de jaguar y boa (Boa constrictor) directamente a los cazadores, quienes venden a bajo precio las piezas de poca demanda o dañadas a los internos. “También hicimos entrevistas en el Mercado Campesino, ubicado en Trinidad, dónde nos confirmaron que ellos envían las pieles a la cárcel para que se puedan confeccionar los artículos”, explica Vieto.

El gerente de Campañas de Vida Silvestre de World Animal Protection precisa que los prisioneros confeccionan estos objetos para obtener un sustento para ellos o sus familias. El experto señala que es una cadena complicada de comercio ilícito, porque son personas que están recluidas por haber cometido alguna actividad ilícita y se les hace participe en otro crimen, como es la comercialización de partes de jaguar, actividad prohibida en Bolivia. “Estamos hablando de tráfico, de comercio ilegal de partes de animales silvestres”.

Los investigadores de World Animal Protection también encontraron información en redes sociales sobre la venta de estos productos. “Encontramos un video publicado en el 2021 y otro de septiembre del 2022 donde, inclusive, se ve claramente los sombreros hechos con piel de jaguar”, cuenta.

La bióloga Ángela Núñez, especialista en conservación y manejo de vida silvestre, señala que la elaboración de artículos en la prisión de Trinidad con pieles de animales silvestres no es un problema reciente, sino que existe desde hace por lo menos diez años.

“Existen sindicatos organizados dentro de la cárcel. Hace varios años, cuando trabajaba en el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, empezamos a tomar acciones, pero desde los niveles más altos del gobierno nos hicieron retroceder. Incluso, se llegaron a acuerdos para que dejen de confeccionar estos productos con pieles de animales silvestres, pero no respetaron los acuerdos y lo han seguido haciendo hasta ahora”, comenta Núñez.

La bióloga agrega que, recientemente, las autoridades han enviado un documento para instruir a la Policía a tomar atención y acciones para evitar actividades ilícitas dentro de las cárceles.

La elaboración de objetos hechos con pieles es una de las actividades que se enseña en la cárcel —agrega Núñez— como un medio de subsistencia no sólo mientras están en prisión, sino también para que puedan tener una actividad al salir en libertad. Esta actividad se debería realizar sólo con pieles de animales que no están prohibidos, como el ganado vacuno o de aquellos que están bajo algún programa de manejo como el lagarto. Sin embargo, se elaboran con especies amenazadas y prohibidas.

UNA ACTIVIDAD PROHIBIDA

En Bolivia está prohibida la caza del jaguar y el comercio de sus partes, así como de otras especies silvestres. Bolivia, incluso, ha sido uno de los países que respalda la decisión de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, por sus siglas en inglés) que considera “el comercio ilegal de partes del jaguar como tema prioritario regional en los esfuerzos para conservar al felino más grande de América”.

Mery Castillo, asesora del Viceministerio de Medio Ambiente, Biodiversidad, Cambios Climáticos y de Gestión y Desarrollo Forestal, dijo a Mongabay Latam que se ha iniciado una investigación en la cárcel de Mocovi, en Trinidad. “Recibimos la denuncia y fuimos a verificar a la cárcel de Trinidad. Nos reunimos con el director del recinto penitenciario para manifestarle que teníamos denuncias de que estaba ingresando cuero de jaguar para para hacer billeteras, carteras y otros objetos, pero ellos mencionaron que en realidad se trata de cuero de lagarto”.

Castillo señala que se ha programado una segunda visita con la Policía Forestal y de Protección al Medioambiente (Pofoma) para hacer una verificación dentro del penal, porque, según indica, el día de la visita no pudieron realizar una inspección, debido a que el director no se encontraba en el establecimiento penitenciario y la reunión se realizó fuera de estas instalaciones.

“Hemos visto en el Mercado Campesino estos objetos en venta, aunque no encontramos muchos elaborados con piel de jaguar. Necesitamos conocer toda la cadena de tráfico. Eso es muy importante”, dice Castillo.

Damián Rumiz, investigador del Museo de Historia Natural Noel Kempff Mercado, lleva varios años haciendo peritaje a las pieles y otras partes de animales silvestres que incauta la fiscalía. “Como biólogos del museo tenemos la ventaja de contar con colecciones científicas de pieles y cráneos. Así empezamos comparando las piezas decomisadas con el material identificado en la colección y aprendiendo más sobre las formas y las diferencias. Con base en ello elaboramos una guía de identificación de partes de félidos de las 10 especies que hay en Bolivia. Las de mayor valor para el tráfico son el jaguar y el puma, aunque también hemos encontrado dientes de ocelotes y restos de pieles de tigrillo”, cuenta Rumiz.

Nuestra tarea como biólogos era identificar de qué lugares geográficos podrían venir —señala Rumiz— aunque no podemos asegurar su procedencia, pero por las condiciones en las que se encontraban se podía asegurar, con un 90 % de probabilidades, que se trataban de especies nativas que las mataron dentro del país. “Es un cargo penal porque es un daño al patrimonio natural del país”.

//FUENTE: MONGABAY//