Las últimas semanas, sin dudas, se han caracterizado por la creciente tensión geopolítica actual. El conflicto entre Rusia y Ucrania ha llegado a un punto de estancamiento en el cual, ni con la intervención de Trump, parecen haber avances. Por otra parte, las tensiones entre Israel y sus “países” vecinos no hacen más que incrementarse. En el presente artículo serán analizados estos tres conflictos, dando una opinión personal sobre cada uno de ellos.
Comenzando por el más “liviano”, la tensión entre Estados Unidos y Venezuela. Hace unos meses, y con la designación de Marco Rubio como nuevo secretario de Estado, señalé en mi artículo “El fin del socialismo del siglo XXI” cómo el régimen chavista se encontraba en una situación compleja. Rubio es quien ha incentivado a Trump a tomar acciones más fuertes contra Venezuela. La excusa para poner al régimen chavista en una situación límite ha sido brillante: acusarlos de ser una organización terrorista.
Como bien sabemos, Trump declaró a los cárteles de droga como organizaciones terroristas, y al estar el cártel de los Soles en el poder en Venezuela, automáticamente todo el régimen se convierte en una amenaza. Estados Unidos ya ha sido contundente con sus advertencias: ningún cargamento de droga venezolano puede llegar a su territorio; de lo contrario, serán tomadas represalias.
No creo que Estados Unidos intervenga en Venezuela, a menos que el régimen chavista decida continuar con sus operaciones ilegales. Creo que esta jugada busca dejar al régimen en una situación económica aún más dura; no olvidemos que el narcotráfico le trae gran parte de sus recursos. Me temo que para la salida de Maduro aún habrá que esperar más tiempo; espero equivocarme.
Ahora, analizando la situación entre Rusia y Ucrania, parece que la guerra continuará y que, pese a los esfuerzos de Trump, la paz no será alcanzada. El enfoque de Trump, a diferencia del de Biden, fue reunirse con Putin y, después de una reunión histórica, parecía que por fin se llegaría a consensos. Empero, todo indica que Rusia busca seguir con la guerra y que Ucrania tampoco pretende ceder.
Lo preocupante es que Polonia ha acusado en los últimos días la entrada de drones rusos en su territorio sin permiso, pidiendo una reunión urgente con la OTAN. Esto es muy grave y puede escalar a algo mucho más severo. Con la OTAN dentro del conflicto, no nos quedará más que esperar algo mucho más grave. Por el momento, el régimen ruso sostiene que todo se trata de un error y no de una intención deliberada de provocar tensión.
Respecto a Israel, todo indica que el país judío va quedándose cada vez más solo y que Occidente ya no lo respalda como antes. Lo preocupante —y que muestra cómo Netanyahu está llegando demasiado lejos— es que ahora ha atacado edificios en Qatar donde estaban alojados dirigentes de Hamás. Esto constituye una grave violación a la soberanía de Qatar y al derecho internacional; me parece que se ha cruzado una línea muy grande. Qatar y otros países ya han mostrado su molestia. El error de Netanyahu radica en que Qatar no es Líbano, Irán u otros países de la región; es una de las grandes potencias de Medio Oriente junto a Arabia Saudita.
Qatar tiene un fuerte soft power y se ha convertido en los últimos años en una potencia diplomática, además de gran aliado de Trump y de Estados Unidos. Israel ha cometido el error de atacar a un país poderoso, rico e influyente, no a sus “víctimas de antaño”, y esto seguramente le pasará factura a Netanyahu.
Habrá que ver cómo evoluciona el conflicto, pero me temo que puede desembocar en una situación aún más tensa entre Israel y Occidente. Incluso creo que puede ser el inicio del fin de Netanyahu: una dimisión se ve factible.
- FABIÁN FREIRE
- Escritor. Estudiante de Ciencias Jurídicas. Columnista en El Diario y V21.
- *NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21