La isla de Sicilia con sus 25.708 Km2 de superficie es la más grande del Mar Mediterráneo y gracias a su singular posición geográfica, su clima templado, su folklore, sus paisajes, la hospitalidad de sus habitantes y su inmenso patrimonio arqueológico, es visitada por millones de turistas de todas las nacionalidades.
Sus primeros habitantes, los Sicanis la llamaron Sicania, luego por su característica forma triangular, fue llamada Trinactria por los griegos y Triqueta por los latinos.
Los fenicios se establecieron en esta isla en el año 1475 a.C. estableciendo varios centros comerciales, llegaron luego los griegos (735 a.C.) que fundaron las célebres ciudades como Siracusa, Akragas, Catania, Selinunte y Segesta.
Siracusa se encuentra en la costa oriental: la ciudad fue edificada por los griegos de Corinto convirtiéndose en ciudad-rival de Atenas por su potencia y belleza.
Cuando se visitan los lugares que desde la antigüedad nos traen leyendas bellísimas, se respira aire de mito como el de la “Fuente Arethusa”, donde el agua de la Ninfa Arethusa se convierte en vertiente, mezclándose con las aguas del dios Alfeo, que por la pasión que sentía hacia ella se convirtió en un río y la siguió bajo el mar desde Grecia hasta Siracusa. En esta ciudad nacieron célebres hombres de ciencia como Arquimedes y Teócrito.
Hoy Siracusa conserva una buena parte de los tesoros de arte de los tiempos griegos: el Templo de Apolo, el Teatro Griego todavía funcionante, con sus graderías cortadas en la misma piedra viva, el Templo dedicado a la diosa Ethena que luego fue transformada en Iglesia Cristiana y que hoy es la Catedral de Siracusa, ejemplo único de un lugar de culto utilizado desde los tiempos griegos hasta nuestros días, el Museo de Arquimedes.
Al norte de Siracusa y siempre en la costa oriental de la isla, se encuentra otra de las “perlas turísticas” más importantes: Taormina, situada en las faldas del Monte Tauro y a orillas del mar, es fascinante por su rara belleza y su clima apacible. Desde principios del siglo pasado es un importante centro turístico.
La ciudad de Palermo, capital de la isla y la más comercial, se encuentra en la parte occidental de la ínsula. Situada en la “conca de oro”, llamada así por sus plantaciones de naranjitos que se pierden a vista de ojo. Es un centro muy interesante por sus monumentos, considerada como una de las ciudades italianas más ricas en arte e historia. Fenicia por su origen, romana por sus mosaicos, árabe por sus iglesia que en origen fueron mezquitas, normanda por la dinastía de los Altavilla que enriquecieron la ciudad con monumentos fabulosos, francesa por los borbones, alemana por los Hohenstanfen y española por sus calles, plazas y mausoleos.
Siguiendo la costa occidental se llega a Trapani, antiguamente llamada “Drepanum” por su forma a hoz. La leyenda cuenta que Demetra, diosa de las mieses, en la búsqueda afanosa de su hijo Persefone, que fue raptado por Plutón, hiciese caer aquí su hoz que llevaba siempre consigo.
A pocos kilómetros de Trapani se encuentra la ciudad-museo de Erice, famosa en la antigüedad por la Venus Ericina que venía adorada en el Templo construido en su honor y todavía visible.
Continuando por la costanera se llega a Marsala del árabe Mars-Allá (puerto de Allá), Cicerón la llamó “esplendissima civitas” por su opulencia y su riqueza.
Agrigento, la antigua Akragas fundada por los griegos en el 581 a.C. extendió su dominio hacia la costa septentrional de la isla, lugar de victoria contra los cartagineses, convirtiéndose de ese modo en una potencia económica y militar. Durante el período de mayor suntuosidad hizo construir los templos dedicados a Hércules, a Giove Olímpico, a la Concordia. Entre diciembre y febrero los almendros en flor le dan al Valle de los templos, un fascino particular.
El máximo poeta alemán Wolfang Goethe que visitó Sicilia atraído por su inmenso patrimonio arqueológico, en su libro “Viajes en Sicilia” dice: “Italia sin Sicilia no tendría ningún sentido”.
Pero esta magnífica isla además de sus bellezas naturales y su patrimonio cultural, algunos únicos en el mundo, es también famosa por su gastronomía, la fantasía y el espíritu creativo del siciliano, encuentra en la cocina su mayor expresión. Es así que han nacido los primeros platos célebres unidos a la tradición más pura que se trabajan desde siglos, de generación en generación. Logrando transformar su cocina exuberante en exaltante momento de vida cotidiana, el siciliano se acerca a sus platos como a un rito y se dedica como un artista a su obra, con amor. Los resultados son magníficas creaciones, gustosas recetas, casi siempre simples, hechas con ingredientes naturales y genuinos, propio por eso agradables al paladar.
- RODOLFO FAGGIONI
- PERIODISTA Y CORRESPONSAL EN ITALIA. MIEMBRO EFECTIVO DE PRENSA INTERNACIONAL
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