Masacre antisemita en Australia

Desde la masacre del 7 de octubre hasta la de Bond Beach en Australia, un largo reguero de sangre y violencia, que el mundo entero ha experimentado en un resurgimiento de la violencia antisemita.

Entre los episodios más trágicos, el incendio de la histórica sinagoga El Hemma en Túnez, y la matanza en 1994 en Buenos Aires, un coche bomba explotó delante de la puerta del AMIA (Asociación de Amistad Israel-Argentina) en la que murieon 85 personas y 300 resultaron heridas. Ahora en la playa Bond Beach, en un balnario  australiano. En pocos minutos, el paraíso de mar y sol se trasformó en un infierno de terror y muerte.

Todo sucedió durante el primer día de la fiesta de Januká que dura ocho días, es la “fiesta de las luces” que recuerda la reconquista del templo de Jerusalén y la rededicación del altar en el año 164 a.C.

Mientras se escuchaban los disparos y la gente huía asustada, apareció un hombre, un verdudero musulmán que se convirtió en héroe. La masacre de Sidney durante la fiesta de Januká será recordada como la imágen de un hombre con pantalones azules y camisa blanca arrebatando un fusil de las manos de un atacante, y de su rostro intenso y atónito mientras, ayudado por los transeuntes, detenía la sangre que le goteaba de la pierna. Para muchos, él, Alhmed al Almaef, verdurero, casado y padre de dos hijos, es el héroe del día. Para los medios locales es un musulman que no pensó en su incoluminidad, aunque el primer ministro Netanyahu, no podía ser diversamente, no lo ha mencionando minimamente. Ciertamente, aunque en las imágenes no muestra vacilación en la acción, no tiene experiencia con las armas … todo lo contrario, en la vida real trabaja como verdudero en Sutherland, un suburbio a 26 kilómetros de Sidney. Fue solo un transeunte que decidió intervenir y su decisión probabilmente salvó varias vidas. Las imágines que circulan en redes sociales son impactantes. Él, hombre de 43 años, deslizándose sin ser visto entre los autos estacionados, logra detener a un atacante solo con la manos. Tras un breve forsejeo, le arrebata el rifle y le apunta, no lo mata. El terrorista, ahora inofensivo, se aleja, dirigiéndose hacia el otro terrorista.

  • RODOLFO FAGGIONI
  • PERIODISTA Y CORRESPONSAL EN ITALIA. MIEMBRO EFECTIVO DE PRENSA INTERNACIONAL
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