El sol de la mañana luchaba por atravesar las nubes que cubrían Villa Armonía, enviando rayos tibios que parecían acariciar el barrio. Desde temprano, las caseras llegaron vestidas con sus mejores galas y sonrisas que iluminaban cada callejón. Este sábado, 6 de septiembre, no se inauguraba un mercado cualquiera: se celebraba la paciencia, la constancia y la promesa hecha realidad tras 609 días de obras, lluvias y polvo.
La ceremonia comenzó con una misa. Frente al altar improvisado, el sacerdote Martín Vilanueva recordó a Jesús carpintero y habló del oficio que dignifica la vida. “Has prósperas, Señor, las obras de nuestras manos”, rezó, llamando a la comunidad a la fraternidad y al perdón.
“Alégrense con el triunfo de las otras. Aprendamos a perdonarnos y no fomentemos la confrontación”, reflexionó y luego recorrió los puestos con agua bendita, bendiciendo cada espacio que pronto se llenaría de frutas, verduras y ollas humeantes.
El primer corte de cinta fue una explosión de música y alegría. La banda Eduardo Caba llenó el aire de notas festivas mientras las caseras bailaban y gritaban: “¡Bomba alcalde!”. Iván Arias challa el piso, descubre la placa y levanta la mano: “¡Palabra empeñada, palabra cumplida!”, y la multitud respondió al unísono. No era solo la inauguración de un edificio; era la celebración de un sueño colectivo hecho realidad.
Un mercado pensado para todos
Cada detalle refleja planificación: rampas accesibles para personas con discapacidad, tomas eléctricas potentes, puestos amplios y ventilados, y un portero con garzonier propio, con dormitorio, cocina y baño. Todo pensado para que quienes trabajan en el mercado puedan hacerlo con dignidad y comodidad.
Pero detrás de la fiesta hay una historia de tierra y técnica. El terreno no era fácil: grietas, fisuras y movimientos constantes hacían peligroso cualquier proyecto. Ingenieros trabajaron bajo tierra con precisión quirúrgica.
Capas de geomallas triaxiales y tierra seleccionada se mezclaron para convertir el suelo en un bloque sólido, capaz de resistir la carga y el movimiento natural del barrio. Esta ingeniería invisible garantiza al menos 25 años de estabilidad, y cada paso de los vecinos se da con confianza.
Palabra cumplida
El alcalde tomó el micrófono durante el acto formal, precedido por el Himno a La Paz. Recordó los ajustes difíciles y las decisiones dolorosas que hicieron posible la obra: “Somos el primer gobierno municipal que toma medidas duras, pero cuando uno gobierna con amor y responsabilidad, este es el resultado: obras que transforman la vida de la gente”.
La inversión, financiada con recursos propios del municipio, superó los 5.7 millones de bolivianos y fue ejecutada por el Grupo C\&C Asociados.
Los 106 puestos están distribuidos con orden y eficiencia: abarrotes, jugos, comida, carnes rojas, bazar, verduras y hortalizas, frutas, patasca cocida, frutos secos y carne blanca. Cada puesto tiene electricidad, agua potable y desagüe, mientras que el patio de comidas ofrece sombra, ventilación y seguridad.
Acera peatonales, barandas y áreas de forestación completan un espacio que une tradición, confort y modernidad, para las caseritas como para los compradores que visitarán a diario el centro de abasto.
Fiesta y esperanza
La jornada concluyó entre música, baile y un apthapi compartido. El Alcalde se unió a una tarqueada con las caseras y recorrió cada puesto celebrando con la comunidad. Las risas, los comentarios sobre la comodidad de los puestos y la seguridad que sienten en este nuevo espacio eran la prueba tangible de que Villa Armonía no solo inauguraba un mercado: inauguraba un capítulo de dignidad, orden y futuro compartido.
Bajo la superficie, la tierra aún se mueve, pero ahora tiene un sostén firme: un tejido de geomallas y tierra seleccionada que garantiza estabilidad, seguridad y esperanza. Cada paso de las caseras y vecinos es un recordatorio de que, con paciencia, planificación y corazón, incluso la tierra más inquieta puede sostener sueños.
- ///FUENTE : AMUN///

