La nefasta gestión gubernamental de Luis Arce Catacora

Es bochornoso para el país haber tenido una persona como Arce como presidente, y peor aún en el Bicentenario. Recuerdo con suma tristeza el momento en el que se reunió con Vladimir Putin. Por un lado, un presidente que, pese a sus polémicas, es el líder indiscutible de su país y al que gran parte de la comunidad internacional respeta. Por el otro, un pusilánime que daba la impresión no de ser jefe de Estado sino un simple peón. Es fundamental que los políticos entiendan, de una vez por todas, que deben transmitir respeto y autoridad, no aires bufonescos como “Luchito”.

Arce llegó al poder gracias a diversos factores. El primero de ellos: ser la “cara” del crecimiento económico artificial que tuvo Bolivia. El segundo: la nefasta gestión de Jeanine Añez que causó rechazo y decepción en gran parte de la población. Si bien Arce al asumir el cargo dijo que optaría por medidas de austeridad, al final terminó siendo igual o peor despilfarrador que su “jefazo”.

En sus primeros años fue visto como un mero títere, de ahí su apodo “Tilín”. Pero al ver cómo Evo Morales pedía nombramientos en las principales carteras del Estado, decidió optar por una postura fuerte. Esto lo llevó a tener fuertes tensiones con Evo, que ya sabemos cómo terminaron. Al ser Arce presidente, decidió acorralar a Evo a través de la vía judicial y política, para así convertirse en el nuevo dueño del MAS. Esto le funcionó, pero al aumentar la crisis y su gestión demostrar ser desastrosa, la gran mayoría de votantes masistas decidió optar por nuevas vías.

Arce no se ocupó de solucionar los problemas económicos heredados de la gestión de Morales, sino que optó por una postura aún más despilfarradora. Esto incrementó la crisis y dejó a Bolivia sin reservas internacionales, llevándonos a la hecatombe actual. Políticamente siguió la línea de Evo y buscó dividir aún más a la nación boliviana, algo que es imperdonable.

Su mínima aprobación lo llevó a realizar uno de los espectáculos más bochornosos que se recuerden. Planificó junto a su séquito de poder un autogolpe que dejó mal parado a nuestro Ejército nacional y dejó a Bolivia en una posición vergonzosa frente a todo el mundo. Esta acción fue totalmente repudiable y muestra el grado de cinismo que tuvo el gobierno de Arce. Los agentes de gobierno que la planificaron deberán ser sancionados de manera ejemplar.

Lo único que hizo bien Arce fue incrementar la división interna dentro del MAS, donde por sus imposiciones el partido destructor de Bolivia casi pierde la sigla. De igual forma, causó un alejamiento de las organizaciones sociales y sectores populares del MAS, que terminaron optando por un binomio “outsider”. Es curioso cómo, buscando construir bastiones de poder para los próximos años, terminó desmantelando los que el MAS ya tenía.

Creo que no me equivoco al decir que Arce y su gente están en una posición delicada. Dudo mucho que algún gobierno los reciba como “exiliados” y peor aún que tengan apoyo dentro del nuevo gobierno. De igual forma, no cuentan con bases sociales ni apoyo popular, sino que solo generan rechazo. Han pasado de ser los gobernantes a estar en una posición de necesidad absoluta.

Desgraciadamente, en Bolivia la justicia nada puede hacer contra quienes tienen poder. En el caso de Arce y sus pupilos, esto ya no es así, por lo que creo que deberían ser procesados y sancionados de manera ejemplar. El gobierno actual nada tiene que perder si empieza una búsqueda de justicia en contra del arcismo, pues ya con ninguna clase de poder cuentan. Además, se ganarían puntos frente a la población que quiere que los responsables de la crisis paguen por el daño que han hecho a la patria. Arce ya ninguna clase de poder tiene y sus allegados mucho menos, por lo que la justicia debe llegarles y debe marcar precedentes de manera ejemplar para quienes quieran robar y destruir a la nación.

  • FABIÁN FREIRE
  • Escritor. Estudiante de Ciencias Jurídicas. Columnista en El Diario.
  • *NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21