Muchas veces lo he dicho, uno de los principales problemas de nuestra región es la falta de orden y la presencia constante de la anarquía. En la mayoría de Latinoamérica, las convulsiones y el caos dominan, en vez de la seguridad y la paz, lo que hace que obtener un crecimiento estable sea muy complejo.

Concentrándonos en nuestro país, las cosas están cada vez peor. Ya de por sí los sindicatos y organizaciones sociales han instaurado una dictadura que perjudica a Bolivia, para que ahora la inseguridad civil esté a la orden del día.

Bolivia ha tenido muy pocos períodos en su historia en los que ha primado el orden y la seguridad. Nuestra historia ha sido mayormente caótica y violenta. Con la creación de la COB en 1952, los sindicatos empezaron a ganar fuerza y a imponer sus deseos “a la mala”. Si bien es cierto que en algunas contadas excepciones la COB sí defendió los derechos de los bolivianos, la mayoría del tiempo ha sido una institución hecha para desestabilizar gobiernos y perjudicar el desarrollo de Bolivia.

Tardaríamos años si habláramos de todo el mal que ha hecho la mafia sindical en nuestro país y cómo en vez de luchar por sus afiliados, los somete y los controla, quitándoles su libertad y poder de decisión. Esto muestra cómo el Estado boliviano, en gran parte de nuestra historia, ha sido uno fallido. Esto ha empeorado aún más con la llegada del MAS al poder y la creación del nefasto Estado Plurinacional, que solo ha servido para dividir a Bolivia y reactivar discursos de odio.

No podemos seguir de esta forma. Se supone que el Estado debe imponer orden y dar a todos los ciudadanos seguridad y libertad, no “bajarse los pantalones” ante las convulsiones y los dictámenes de la dictadura sindical.

Estoy seguro de que la gran mayoría de los bolivianos está cansada de los abusos de la dictadura de los sindicatos y de cómo estos imponen su voluntad a la mala y someten a sus afiliados. Es primordial para el crecimiento de Bolivia que esto acabe de una vez por todas. Hay que consolidar a la nación boliviana y paralelamente crear un Estado Nacional que imponga orden y acabe con la anarquía y los abusos de las “organizaciones sociales”.

Lo más triste es que de estos sindicatos, solo los dirigentes se ven beneficiados y no así sus afiliados. Es un sistema atroz y abusivo.

Respecto a la inseguridad civil, ya ha llegado a un punto crítico y no podemos seguir sin actuar. Es posible acabar con las prácticas delictivas si se actúa con total determinación y se modifican las leyes para que éstas sean mucho más duras y contundentes con los criminales, sin consideración a quienes destruyen al país y atemorizan a sus ciudadanos.

Pienso también que sería idóneo que todos los que cumplan una sentencia en algún reclusorio o penal de Bolivia, en vez de estar solo en sus celdas, pasen a realizar lo que se conoce como “el servicio comunitario”. En vez de “pensar sobre sus delitos”, deberían trabajar manualmente en ciertos sectores que el Estado considere indicados. Así ayudan a la sociedad.

Mi sustento para esta idea nace con la política aplicada por Francisco Franco para construir el Valle de los Caídos. Esta construcción fue hecha por los presos de la guerra civil española, quienes se vieron beneficiados en sus penas a cambio de trabajar en dicho monumento. En nuestro contexto, podríamos poner a los criminales a realizar servicios a favor de la comunidad a cambio de algunas consideraciones en sus penas.

Bolivia debe dejar la anarquía y liberarse de los dictámenes de los sindicatos, también erradicar la violencia. Todo esto se logra con orden y con nuevas leyes que permitan conservar la seguridad y la paz a los bolivianos.

Estoy harto de ver cómo mi país es cada vez más peligroso y cómo los ciudadanos están sometidos a caprichos dirigenciales que solo perjudican el desarrollo.

Seremos un país más próspero el día que tengamos orden.

  • FABIÁN FREIRE
  • Escritor. Estudiante de Ciencias Jurídicas. Columnista en El Diario.
  • *NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21