El tira y afloja, un mal de muchos

Ocurre aquí y allá; las relaciones entre el presidente y vicepresidente de un país no siempre son cordiales, por razones de acomodo político, visiones distintas frente a problemas cruciales, desgaste en las relaciones y cálculos políticos, entre otros.

Ejemplos sobran, el distanciamiento entre los mandatarios argentinos Javier Milei y Victoria Villarruel, data de un hecho en el que el primero negó saludar a su compañera de fórmula durante un acto del Día de independencia. “Además de traidora, una demagoga y bruta en términos económicos”. Así se expresó sobre la vicepresidenta, el director de Relaciones Audiovisuales de la Presidencia, Santiago Oría, en la red social; Milei compartió gustoso la publicación.

No fueron buenas las relaciones entre Alberto Fernández y su vicepresidente Cristina Kirchner, quien tenía la sartén por el mango, de manera que criticaba permanentemente al presidente.

En Ecuador, las relaciones entre Daniel Noboa y Verónica Abad se deterioraron. El primero, candidato a la reelección, designó a Cynthia Gellibert como vicepresidenta, luego de que el Tribunal Contencioso Electoral determinó que la suspensión por dos años de los derechos políticos impuesta a la vicepresidenta electa. Queda en el recuerdo la pugna entre un presidente y un vicepresidente del Ecuador más determinante en la historia reciente: la de Rafael Correa y Lenín Moreno.

Los colombianos Gustavo Petro y Francia Márquez se distancian cada vez porque ésta califica la actual estructura gubernamental como patriarcal y racista. “Me encuentro totalmente relegada. Se nos quiere obedientes y si no entonces viene el castigo”, declaró la vicepresidenta afrodescendiente.

No hay un «tira y afloja» público entre el presidente venezolano Nicolás Maduro y la vicepresidenta Delsy Rodríguez, aunque algunas fuentes revelan que ésta entregaría con gusto al primero y no precisamente por 30 monedas prometidas, sino por millones de dólares.

En nuestro país, Luis Arce y David Choquehuanca, no tuvieron distanciamientos públicos, aunque algunas fuentes señalaron que se distanciaron en varios momentos. Si estas diferencias no se pronunciaron se debieron en gran parte al silencio casi pétreo de Choquehuanca.

“Yo dejé que Rodrigo Paz designe a sus ministros. Les vamos a dar la oportunidad de trabajar, pero al primer ministro que cruce de la línea del bien al mal, que se atenga a las consecuencias, porque corrupción no vamos a permitir. No voy a permitir que me anulen”, expresó el flamante vicepresidente, Edmand Lara a 48 horas de haber asumido el cargo.

Lara no quiere ser la quinta rueda del carro, además, reclama participar en las reuniones de gabinete, siguiendo el artículo 165 de la Constitución Política del Estado. No se le critica por esta actitud, sino por sus formas más cercanas a las redes sociales, que a la investidura que le obliga a ciertas normas.

Siempre hay círculos que rodean al presidente en funciones, lo que crea fantasmas, siembran dudas y generan sospechas; aspecto que bien se pueden ventilar en privado, porque las consecuencias la sufren los ciudadanos, que esperan soluciones a los múltiples problemas que soporta el país en estos momentos.

El ciudadano común espera de sus gobernantes compostura que obliga a reflexionar antes de actuar, moderar las respuestas, incluso en situaciones límite y ejercitar la prudencia en las declaraciones.

A Lara le reclaman desde diversos sectores orientadores, que recapacite sobre su investidura, porque dejó de ser candidato, policía y abanderado de los reclamos sociales. Hoy es vicepresidente de Estado, lo que implica cualidad, por encima del resto que, incluso tiene que ver con la forma como se presenta en público y qué dice a la ciudadanía.

Si el tira y afloja entre Paz y Lara se pronuncia, ojalá sirva como un proceso dialéctico de construcción en favor del país y no como un reclamo por las parcelas del Estado.

  • ERNESTO MURILLO ESTRADA
  • PERIODISTA, ACADÉMICO Y DOCENTE UNIVERSITARIO
  •  *NDE: LOS TEXTOS REPRODUCIDOS EN ESTE ESPACIO DE OPINIÓN SON DE ABSOLUTA RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO COMPROMETEN LA LÍNEA EDITORIAL LIBERAL Y CONSERVADORA DE VISOR21