El que no ha insultado o recibido insultos en las redes sociales que tire la primera piedra. Esta es una verdad de perogrullo. Ahora todos somos expertos en cualquier tema y podemos opinar lo que nos venga en gana. No es necesario que hayamos leído nunca un libro, visitado una exposición de pintura, escuchado un concierto, presenciado un encuentro de fútbol, ni adquirido las nociones básicas del tema que se está tratando; lo que importa es opinar y mejor descalificar al otro.
De acuerdo con los defensores del candidato a la vicepresidencia, Juan Pablo Velasco, éste sufrió un ataque de un hacker argentino, quien utilizando la aplicación Tapermonkey, modificó el contenido de una antigua página web, de manera que un insulto («eliminar a los collas») provocó centenares de enojos. Las verificadoras de este material señalaron que el contenido era real, pero los defensores señalan que hicieron su trabajo, pero a medias y fueron sorprendidos.
Los asesores del candidato Edman Lara deben estar contentos porque su pupilo aparece todos los días en los medios de prensa y redes sociales, aplicando la letra del bolero: “Ódiame por piedad yo te lo pido; ódiame sin medida ni clemencia, odio quiero más que indiferencia, porque el rencor hiere menos que el olvido”. Para conseguir su propósito, basta opinar sobre cualquier tema de la forma más hiriente.
El Tribunal Supremo Electoral fijó para los días 5 y 12 de octubre los debates de los candidatos al balotaje, aunque este acto pasará a segundo plano porque el debate ya se instaló en las redes sociales.
Vivimos los días el clímax del linchamiento digital, donde se trata de matar moralmente al oponente. El insulto, la agresión verbal, acusaciones y el menosprecio van y vienen de un frente a otro como la guerra de globos en carnaval. Se sabe cómo comienza, pero no, cómo terminará y cómo influirá en la votación.
Atrás quedaron las propuestas y programas; es más útil ofrecer un chicle que el brindar una respuesta en la entrevista, o comer en el mercado, intentar bailar y compartir con los grupos sociales, mostrando que se ponen a la altura de las clases más populares.
Vivimos en el mundo de la primacía de las imágenes sobre las ideas. Los medios audiovisuales, Internet y las redes sociales han ido dejando rezagados a los libros, los que, parece que pronto pasarán a las catacumbas. En lugar de leer el periódico o escuchar las noticias, nuestros jóvenes utilizan las redes sociales para conocer cuáles son los acontecimientos más relevantes que tienen lugar en su entorno.
El político de nuestros días, para conservar su popularidad, está obligado a dar una atención primordial al gesto y a la forma, que importan más que sus valores, convicciones y principios. Participar del apthapi, bailar el ritmo de la región, sonreír en cualquier circunstancia, prevalecen en una sociedad cada vez más indulgente hacia los extravíos y excesos de los gobernantes, algunos de los cuales no se inmutan cuando son sorprendidos en sus excesos morales.
Es el momento donde sacan ventaja los “trolls”, los provocadores y los amplificadores. Los trolls acuden al insulto y cubren sus cuentas en las redes con seudónimos. Los provocadores son personas que se meten en las redes y validan el mensaje de los trolls y son más convincentes cuando postean personas reales. Los amplificadores conectan y difunden el mensaje validado por los provocadores, y hacen que se transforme en noticia. Siguiendo esta cadena, algunos medios digitales, no siempre periodistas, se convierten en eslabón definitivo dando como veraces muchos de estos rumores.
Desde hace un tiempo, las redes sociales, han penetrado nuestros hogares, nos sacan tiempo, capacidad crítica, erosionan nuestra curiosidad y fomentan el tribalismo a cambio de ningún beneficio, porque insultar es gratis. Lo que es peor, damos gran credibilidad a TikTok, Instagram, Facebook y Twitter, que se convierten en parte de nuestra cultura porque es sinónimo de diversión; de manera que resulta hasta divertido leer cuanto se dicen los candidatos en las redes sociales.
- ERNESTO MURILLO ESTRADA
- COMUNICADOR, FILÓSOFO, ACADÉMICO Y DOCENTE UNIVERSITARIO
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