El corazón de la cebolla

La gravedad de la crisis económica supera todo lo pronosticado. Estamos oficialmente en recesión (la tasa de crecimiento es negativa), el gobierno está completamente quebrado, no hay dólares y no hay combustibles. La situación es tan mala que sin un rescate significativo de divisas no podremos afrontar obligaciones básicas como el servicio de la deuda externa o el pago de salarios en el sector público. Sin poder importar combustible, además, el país podría empezar a experimentar no solo disrupciones en el ámbito productivo, sino incluso cortes de electricidad.

El primer mes será crucial. Si el nuevo gobierno no consigue un programa extenso y generoso de rescate financiero la cosa se puede poner muy fea. Hay un anuncio importante de la CAF por $3.100 millones, pero solo el 15% de ese monto estará disponible en el corto plazo. No alcanza. El equipo económico tiene al frente una labor titánica.

Pero lo urgente no puede distraernos de lo importante. Al margen de los créditos para enfrentar lo inmediato, necesitamos un plan estructural para salir de la crisis y empezar a generar crecimiento económico. De nada servirá conseguir créditos millonarios para salir del bache si no ordenamos la casa de tal forma de solucionar los problemas que nos llevaron a este descalabro macroeconómico. Si no lo hacemos, nuestra situación será aun peor porque la crisis volverá y encima estaremos endeudados hasta el cuello.

¿Y cuáles son esos problemas? Esencialmente el excesivo gasto fiscal. Entender la crisis es como pelar una cebolla, a medida que descubrimos sus capas nos vamos acercando al meollo del asunto (y en el proceso, por supuesto, lloramos a mares). Veamos.

La falta de combustibles, y la inflación cercana ya al 30%, son los síntomas más visibles de la crisis. Pero si pelamos esa primera capa de la cebolla veremos que el problema que los causa es la falta de dólares. El gobierno se quedó sin dólares porque dilapidó en solo diez años las reservas internacionales que el 2014 llegaron a $15.000 millones. Sin dólares el gobierno no puede importar combustibles y además debe pedirle al Banco Central que imprima bolivianos para pagar sus obligaciones. Esto es lo que al final del día causa la inflación que vemos en los mercados.

¿Y por qué el gobierno dilapidó los dólares de las reservas internacionales? Si pelamos esa nueva capa encontraremos que el gobierno tuvo que hacerlo porque tenía que cubrir con ellos los permanentes déficits fiscales en los que incurría. El país lleva ya 12 años consecutivos de déficit fiscal a un ritmo promedio del 8% del PIB. Son déficits grandes sucediéndose uno tras otro. Así no hay reservas que aguanten. Y cuando las reservas internacionales se agotaron (y además vendieron las toneladas de oro que el Banco Central debía mantener de acuerdo a ley), el gobierno no tuvo otra opción que recurrir al ente emisor para que este imprima bolivianos como loco, desatando la inflación.

¿Y por qué incurrió el gobierno en tanto déficit fiscal? Por el excesivo gasto fiscal. El gobierno gasta una barbaridad cada año. Claro, el gobierno tenía plata mientras duró la bonanza del gas (hasta el 2014), pero después siguió gastando pese a que ya no le entraban los mismos ingresos. Para tener una idea de la dimensión del gasto fiscal empecemos por notar que el Presupuesto General del Estado ha representado en los últimos años entre el 80 y el 90% del PIB. ¿Se dan cuenta de la barbaridad? En países serios el presupuesto del gobierno representa alrededor del 30% del PIB. Solo en sueldos y salarios el gobierno gasta alrededor de $20 millones ¡cada día! Pero de todas las partidas de gasto el elefante dentro del cuarto es sin duda alguna el subsidio a los hidrocarburos. Ese subsidio nos cuesta alrededor de $2.000 millones y representa la mitad del déficit fiscal cada año.

Y ese es el corazón de la cebolla. No podremos solucionar la crisis ni mucho menos pensar en un camino de crecimiento y desarrollo si no eliminamos el subsidio a los hidrocarburos. No hay otra, ese es el problema de fondo.

Y para terminar con ese problema debemos sacar a YPFB del medio. YPFB es probablemente la empresa más ineficiente y corrupta de todas las empresas públicas, y muchas de sus divisiones presentan pérdidas millonarias. Para muestra un botón: la Planta de Amoníaco y Urea. YPFB ya casi no produce ni exporta gas y su actividad se ha visto reducida a la importación y distribución de carburantes que compra caro y vende barato dentro del país. Tiene 8 mil empleados dedicados a lo que podría hacer una agencia de importación de no más de un centenar de personas, como las muchas que operan en varios países. Si sacamos a YPFB del medio y le damos el negocio de la importación de combustibles a los privados, habremos solucionado la provisión y eliminado el subsidio. Y así, solamente así, tendremos un chance de salir de la crisis.

YPFB fue siempre muy ineficiente, pero durante la bonanza del gas disfrazaba esa ineficiencia con las exportaciones. El 2014 su utilidad neta fue de alrededor de $563 millones. Hoy esa utilidad se ha reducido a $91 millones. Dado que se quedó sin gas debido a la falta de exploración, YPFB perdió el mercado de Argentina por completo y el de Brasil por la mitad. YPFB solo sobrevive porque la ley manda que sea la empresa monopólica en la distribución de combustibles. No es una exageración, nuestro futuro depende de cerrar YPFB y dejar que sean los privados en un mercado competitivo quienes importen y distribuyan combustibles. En la misma medida se debe volver a invitar a empresas extranjeras a que exploren posibles nuevos yacimientos, pero para eso debemos tener reglas claras y ofrecer seguridad jurídica plena. Una vez más, al final del día el problema siempre es el gobierno y la solución siempre pasa por sacarlo del medio.

  • ANTONIO SARAVIA
  • ECONOMISTA LIBERAL. PHD. EN ECONOMÍA
  • *NDE: LOS TEXTOS REPRODUCIDOS EN ESTE ESPACIO DE OPINIÓN SON DE ABSOLUTA RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO COMPROMETEN LA LÍNEA EDITORIAL LIBERAL Y CONSERVADORA DE VISOR21