El consejo anticapitalista del papa Francisco que llevaría al mundo a la ruina

 

El papa Francisco volvió esta semana a expedirse en cuestiones económicas mediante sus redes sociales y dejó un comentario polémico que, seguramente sin quererlo, generaría más problemas de los que el mismo Bergoglio se imagina. En el marco de su constante prédica contra la pobreza y la desigualdad, el máximo referente de la Iglesia Católica señaló que la “acumulación” es algo negativo.

Desde su cuenta de Twitter, el papa Francisco advirtió: “No tiene sentido acumular si un día moriremos”. En su opinión, lo que la gente debe acumular es “la caridad”, para poder compartir y no permanecer “indiferentes ante las necesidades de otros”. Más allá de la cuestión de la empatía, absolutamente compatible y necesaria en su rol de referente religioso, plantear el sinsentido de la acumulación, ante la inevitable culminación de la vida humana, es algo que merece una reflexión.

Aunque suene a simple vista virtuoso el modo de vida austero, del que el propio Bergoglio es ejemplo, lo cierto es que, su recomendación se hace carne en la sociedad, la pobreza se multiplicaría de manera exponencial. Si una persona procuraría acumular exclusivamente lo que puede consumir, sin pensar en su familia o en el futuro de su empresa, las tasas de capitalización caerían por el suelo. El resultado de ese fenómeno sería una catástrofe humanitaria sin precedentes.

Que una persona acumule capital, por encima de lo que gastará en su vida, es lo que genera la inversión para que una persona pueda, por ejemplo, conseguir un empleo. Detrás de todas las empresas que juegan en el mercado y abaratan los costos, entre otras cosas del alimento que consumimos, hay personas que tienen más de lo que gastarían en sus vidas. Directorios e inversores que desean incrementar su capital y una enormidad de empleados que ganan algo más de lo que consumen y pueden tener un ahorro. Ese mismo ahorro es el que genera un círculo virtuoso, desde el dinero en el banco que baja las tasas de interés en los países civilizados (que es lo que permite un crédito para que alguien acceda a su primera vivienda) hasta la empleada doméstica que puede contratar su familia, que antes no tenía trabajo. Hasta el dinero que gasta en diversión y gastos superfluos genera empleo y fuentes de trabajo.

Si, a partir de mañana, las personas pusieran límites a sus ambiciones a sus eventuales consumos terrenales personales, la dilapidación de capital generaría un verdadero infierno en la Tierra. Ojalá no haya que llegar a eso para que el sumo pontífice reflexione sobre sus recomendaciones.

//FUENTE: PANAM POST//