El alcalde de La Paz, Iván Arias Durán, compartió una foto íntima de su juventud, tomada durante su etapa de exilio en Suecia, en 1981, cuando Bolivia vivía en plena dictadura militar de Luis García Meza.

Arias, formado por los sacerdotes jesuitas, bordeaba los 22 años y había salido del país, torturado y herido, rumbo a Estocolmo para luego radicar en la ciudad de Malmö.

«Era muy joven y me estaba recuperando de la tortura, la persecución y la prisión de la que fui objeto durante el gobierno de García Meza. Esta foto me la entregó hace poco un amigo con el que compartí en el exilio», posteó el analista y alcalde de La Paz.

La dictadura lo había arrestado y torturado con métodos como el piquete eléctrico en los geniales, agujas en las uñas, hasta introducir una bala en el miembro masculino. Pero también, el joven militante de la célula marxista Vanguardia Obrera, que lideraba el dirigente minero Filemón Escobar, había recibido un disparo en el cuerpo.

Ese joven de la fotografía, en Suecia, tenía mucho dolor y resentimiento, según recuerda Arias. Incluso tras volver al país sus rencor todavía estaba latente, aunque en el país europeo había conocido la otra forma de la izquierda, aquella moderada y demócrata, que no apostaba por los movimientos armados.

La inestabilidad anímica, así como las secuelas de la tortura estaban deteriorando su salud, hasta que acudió a gente que le recomendó hacer una profunda regresión. Fue el médico y militante comunista Osvaldo «Chato» Peredo, quien le practicó una regresión para curar esas heridas psicológicas. A la par, Arias comenzó a leer escritos de Desmond Tutu, el clérigo y pacifista sudafricano premio Nobel de la Paz en 1984, que aportó a la abrogación del apartheid en aquel país.

Arias luego pasó al ejercicio del periodismo en el grupo Fides y años más tarde fue llamado por Víctor Hugo Cárdenas, entonces vicepresidente de la República, para ser su secretario privado.

En ese cargo tuvo la oportunidad de viajar a Sudáfrica para el acto de posesión de Nelson Mandela como presidente de la nueva nación liberada de la segregación, el 10 de mayo de 1994.

El discurso de reconciliación del líder africano, con el ejemplo de llamar a su guardia carcelero de más de 27 años en la prisión de Roben Island, para fundirse en un abrazo cuando salió libre, fue para Arias el momento en el que cualquier vestigio de odio, rencor o venganza se desvaneció.

«Se curaron las heridas no solo del cuerpo sino también del alma», concluyó Arias Durán, añadiendo la etiqueta democracia, como un sello que marca su vida y gestión hasta hoy.