En mis años de escolar le hacían comprar a mis padres un cuaderno borrador y otro llamado en limpio. El primero estaba lleno de errores, tachaduras, borroneado y hasta sucio; ese cuaderno lo trabajábamos en horas de clase. El cuaderno en limpio estaba bien forrado, sin manchas, casi impecable y lo elaborábamos en casa para presentarlo al maestro.
Algo así ocurrió el domingo; el borrador se lo hacía en una hoja de papel resma y los más prolijos recurrían a un papel sábana gigante donde se podía tener borrones. Al final del trabajo se pasaban los números a una hoja limpia con varias copias llamada acta de votación.
Ocurrió: en varias mesas, fotografía de por medio, se constató que los números de A se lo pasaron a B y los de B a la columna de A; así, en una mesa el candidato Quiroga obtuvo 135 votos y el candidato Paz llegó a 35 votos, invirtieron los datos, de manera que Paz se vio favorecido al final con 200 votos producto de los 100 que le otorgaron y 100 que le restaron a su rival. En otras palabras, el borrador estaba bien y el trabajo en limpio, mal; contrario a lo que ocurría en la escuela.
Algún representante de Libre habla de error en 3.000 actas, otros dicen que son más de 1.000, de manera que no hay precisión en la cifra, y puede que la cifra apenas alcance 100. Segundo, los delegados de Libre confirmaron que en el país la formación matemática es vergonzosa, además de no tener el valor de sentar la denuncia de inmediato; tercero, vi en las 63 mesas que tomé nota una prisa parecida al incendio, porque amenazaban las sombras de la noche y era más importante firmar el acta que reclamar.
Lo que más me llamó la atención fue la precisión de datos, casi de relojero suizo, del Tribunal Supremo Electoral que, a las 20.00 del domingo habló de 55% frente a 45%. Este martes constatamos que las cifras coinciden con el total de la votación final. Hasta se diría que perdieron el tiempo haciendo el recuento.
Mi profesor de colegio, el recordado Álvaro Puente, tras conocerse un estudio del Observatorio Plurinacional de Calidad Educativa, que señala que existe un bajo rendimiento de estudiantes bolivianos en matemáticas, química, física y lenguaje, y que 97 de cada 100 no saben matemáticas. En otras palabras, la Ley Avelino Siñani no tiene nada de pedagógico, la ley la exigen los sindicatos, los maestros, las confederaciones al MAS para recuperar sus derechos. La Ley Avelino Siñani ha sido un desastre en educación, pero un éxito en el sindicato.
Viendo la precisión matemática de los miembros del TSE, se me ocurre que el vocal Tahuichi Tahuichi y sus colegas Oscar Abel Hassenteufel Salazar, Francisco Vargas Camacho, María Angélica Ruiz Vaca Diez, debían hacerse cargo de la enseñanza matemática en Bolivia.
Sin embargo, recuerdo la declaración de la ex vocal del Tribunal Supremo Electoral, Rosario Baptista, quien en forma crítica decía: Hagan lo que hagan el padrón está hecho para que Movimiento al Socialismo gane. No solo está el padrón, es toda la legislación electoral que acompaña todo el sistema. Se ha comprobado que muchas de las leyes que afectaron a los masistas durante el proceso electoral de 2020 fueron declaradas inconstitucionales y cuando convenía se aplicaron de forma implacable a otras organizaciones políticas de oposición como en el caso de Beni, que dejaron a 200 candidatos de la oposición fuera de la elección y la misma norma no se aplicó para los casos del MAS.
Expreso mi admiración por los jóvenes de la generación centennials (nacidos entre 1997 y 2010; estos nativos digitales pasan largas horas en las redes sociales (Instagram, TikTok, YouTube, Telegram), que representan también su principal fuente de información.
Estos dicen que serán Influencer, buscan empleos freelance y emergentes y no siempre son comprendidos por generaciones anteriores. Esos jóvenes salieron en marcha reclamando claridad en el resultado electoral frente a la Corte Nacional Electoral, no eran 10 ni cien, eran algunos miles. Creía que eran acríticos, ajenos a su entorno social y me demostraron que estoy equivocado; protestan por el mundo que les estamos procurando los mayores y nuestra falta de sinceridad, reclaman un futuro mejor en la patria que los vio nacer. Es la nueva Bolivia que merece una educación más sólida y un mejor ejemplo.
- ERNESTO MURILLO ESTRADA
- PERIODISTA, ACADÉMICO Y DOCENTE UNIVERSITARIO
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