Cochabamba todavía tiene heroínas

SORAYA PEREDO LAZCANO

No sé por dónde comenzar, menos que palabras colocar, es que no escribo muy seguido, pues no soy escritora, menos comentarista, eso que llaman sabelotodo de redes sociales. Pero hay situaciones que me inquietan, como las que siento desde varios meses atrás, y ahora las voy a plasmar en un humilde texto de pocas palabras.

Empecemos con un poco de Historia: en Bolivia festejamos el Día de la Madre el 27 de mayo, en homenaje a las mujeres que pelearon en la colina de San Sebastián en Cochabamba. Estas valerosas damas bloquearon el paso de los españoles. Además, evitaron que la Villa de Oropeza sea sometida. Fueron madres muy valientes. Estaban solas con sus hijos, muchos todavía niños, pero aun así no retrocedieron y enfrentaron a las tropas realistas.

Hoy, después de más de 200 años, la historia de Bolivia y Argentina las recuerda como unas verdaderas heroínas. Mujeres, especialmente madres, que dieron su vida por un pueblo que solo quería la libertad.

El presente nos muestra que esa sangre todavía late en los corazones de algunas cochabambinas.

Meses atrás conocí a una mujer, guerrera y madre valiente. Una aguerrida cochala que dio su vida por este pueblo. Pero los ciudadanos olvidaron lo que ella hizo por la ciudad, incluso arriesgar su vida y la de su único hijo. Lo dio todo sin esperar nada.  Protegió y cuido junto a otros, que la ciudad no sea avasallada, destruida e incluso quemada. No durmió varios días. Comió poco. No vio a su retoño. Estuvo vigilante de todos los acontecimientos de esos días, hasta que sucedió lo inesperado, lo que los ciudadanos buscaban en ese entonces: que el tirano se fuera.

Por esas cosas que son tan extrañas en Bolivia, fue otra mujer que tiró al tacho el sacrificio de Milena (evitemos nombrarla para no herir sensibilidades). Como resultado de esa traición, nuestra guerrera cochala debe enfrentar a la corrompida justicia boliviana que hoy la persigue con juicios, detenciones y amedrentamientos. Pero Milena resiste como un roble, aunque en privado derrame lágrimas de sangre.

No me extraña que los políticos la hayan traicionado. Pero me duele que sea mi ciudad la que olvidó a esta madre heroica ―porque así la considero―. Milena Soto es una Heroína de este siglo, una madre valerosa que dio su vida por recuperar la democracia boliviana. Hoy muchos tienen miedo nombrarla, hasta las llamadas telefónicas le rechazan. Somos muy pocos los que realmente la apoyamos, aunque sea emocionalmente. Pero yo agradeceré por siempre su sacrificio, pues con valentía nos protegió a todos.

Milena Soto, para mí y mi familia siempre serás nuestra heroína. Eres un ejemplo. Por ti aprendí que nadie debe cansarse ni rendirse.

SORAYA PEREDO LAZCANO

Licenciada en Turismo y docente universitaria.

*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21