Cuando el Papa Benedicto XVI dimitió al papado en febrero del 2013, el FACEBOOK, la red social de moda de esa época, fue invadido de fotos del renunciante Papa usando un uniforme NAZI. La intención era obvia, mostrar al conservador Benedicto XVI como un fascista y nazi odiador de las minorías, ya que un tiempo atrás había publicado su genial libro: La dictadura del relativismo, donde denunciaba, criticaba y cuestionaba muchas de las modas y fetiches ideológicos que hoy siguen vigentes, por ejemplo, la militancia LGTB y la anti natalidad.
Honestamente, soy un católico bastante informal, pero también soy alguien que le tiene mucho cariño a la institución. Así que pasé varios meses explicando que, durante el régimen nazi, Joseph Alois Ratzinger, nombre secular de Benedicto XVI, era un niño. A la gente le costaba entender que era un muchacho rodeado de un sistema totalitario y opresivo, circunstancias que anulan cualquier libertad de expresión o protesta. Es decir, que Joseph no usó la esvástica por elección propia, sino por una imposición del Estado y el poder. De hecho, una de las características del totalitarismo es anular al individuo, su fe, sus afectos y sus decisiones.
Años después, llegó a mis manos el libro: Bolivia amenaza asimétrica para las Américas, autoría de mi gran amigo, Grover Colque Lucana, la investigación muestra que muchas de esas prácticas fueron copiadas por el Movimiento Al Socialismo en Bolivia. Pero hay una que me llamó la atención: forzar a los jóvenes a usar símbolos del MAS durante todo el tiempo. Básicamente, es una forma de borrar su identidad, su cultura y su autonomía individual, que vivan, que coman y que respiren el partido. Mire lo contradictorio del asunto, el MAS dice defender a los indígenas, pero, en realidad, los esclaviza. Una de las conclusiones finales del libro es: todos necesitamos liberarnos del masismo, pero, en especial, aquellos que son forzados a ser militantes.
Por otra parte, varios estrategas políticos, y muchas personas con sensatez, afirman que cualquiera que quiera triunfar en la política en Bolivia necesita acercarse a esos sectores, aunque no les guste. Sin embargo, la respuesta de los viejos políticos, que por suerte ya se van jubilando, siempre es: no vamos a perder el tiempo con esa gente. Parece que la arrogancia es la regla de los señores feudales de la política nacional.
Sin embargo, toda regla siempre tiene la excepción, pues en las pasadas elecciones, que tuvieron una segunda vuelta por primera vez en la historia nacional, Rodrigo Paz generó ese acercamiento a esos sectores. Si bien, es muy posible que la izquierda internacional tenga sus intereses oscuros, lo cierto es que Paz hizo algo que nadie se había atrevido a hacer: robarle votos al MAS.
Al terminar la primera vuelta electoral en agosto, yo escribí un artículo titulado: Gatopardismo andino-caribeño, en el que expresaba mi preocupación por un posible acuerdo entre el sistema dictatorial y el PDC de Paz, es hidalgo reconocer que más que un acuerdo, lo que hay es una estrategia de conquista del mercado electoral. Que las ofertas de Rodrigo son, en muchos casos, sacadas de los pelos e irrealizables es cierto, pero hay que aprender la lección: no se puede hacer política sin los sectores populares.
La victoria del PDC en la segunda vuelta, en lugar de ser vista como una lección aprendida, sacó a relucir muchas de las frustraciones de los votantes de Jorge Tuto Quiroga, puesto que se vieron publicaciones como: «voy a alimentar animales en lugar de ayudar a estos indígenas» o «por la gente color cartón se jodió el país».
Soy alguien que está totalmente de acuerdo con la libertad de discriminar, de hecho, el momento de elegir pareja o amigos lo hacemos. Pero una cosa es la libertad, otra reproducir la lucha de razas que el Socialismo del Siglo XXI instauró en Bolivia desde hace tres décadas. Por ejemplo, muchos, de los que hoy protestan furibundamente contra los bonos ofrecidos por el PDC, olvidan un gran detalle: fue el gobierno de Tuto Quiroga, 2001 – 2002, quien introdujo el indigenismo. Concretamente, la subjetiva variable: «nación originaria», apareció en el CENSO de ese año. Las ONGS usaron esos datos para exigir asamblea constituyente y políticas públicas con enfoque étnico, con las que Quiroga estaba muy de acuerdo.
Nelson Medina, un monje de la orden de los Dominicos, suele decir que una de las razones para que la izquierda odie el cristianismo es que la Koinonia, eso de mirar al otro como un complemento y como un hermano, choca de frente con la dialéctica del opresor/oprimido. Y que una de las razones de los constantes conflictos de nuestra región, en general, y de nuestra patria, en particular, es que dejamos que esta visión de la guerra permanente reemplace al mensaje de armonía del evangelio.
Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt, premios nobel en economía 2025, demostraron que las sociedades que más han prosperado son, justamente, aquellas que han sabido solucionar y sanar sus conflictos. La acumulación de capital, que es la suma de fondos financieros, talento humano y know how empresarial, se da en países que han reemplazado la sociedad del conflicto por la sociedad de la colaboración.
A modo de cierre, bien vale una pregunta: Bolivia, en nombre del progreso y el futuro de nuestros hijos, ¿será que podemos cerrar la brecha que arrastramos desde hace décadas?
- HUGO BALDERRAMA FERRUFINO
- ECONOMISTA, MASTER EN ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS Y PHD. EN ECONOMÍA
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