Bolivia, el infierno de los jubilados

HUGO BALDERRAMA

El fin de semana pasado se hizo de público conocimiento la indemnización de 105 millones de dólares que el Estado boliviano tiene que pagar al BBVA.

Esta nueva derrota del Estado boliviano prueba dos cosas. Uno, que los abogados masistas ―acostumbrados en Bolivia a arreglar juicios con llamadas a jueces y fiscales― son unos auténticos inútiles en terrenos internacionales. Dos, el verdadero objetivo del régimen de Arce Catacora es usar los fondos de las AFPS para seguir financiando su fracasado modelo.

Esto es así, pues las jubilaciones es uno de los pocos sectores a los cuales el gobierno no le metió mano por completo. Aunque lo viene haciendo de manera paulatina. Por ejemplo, en la emisión de bonos de febrero de este año quienes más invirtieron fueron justamente las AFPS, algunos bancos y aseguradoras, y no así los grandes capitales internacionales como dice la propaganda oficial. Es decir, el masismo usó el ahorro del sector privado nacional para compensar la falta de confianza de los acreedores en el país. De nuevo, la realidad se impuso a la narrativa.

¿Dónde fueron a parar esos recursos?

Fácil, y a la vez trágico. Esos fondos sirvieron para financiar los improductivos elefantes blancos estatales. Empresas que no generan ningún valor real. Además, que el 85% se encuentra en déficit. Lo cual es el causante del gran hueco fiscal, 8,5% proyectado para el 2022. Vea lo paradójico del asunto, los dineros de los trabajadores bolivianos están siendo usados para mantener a una cúpula política improductiva.

Pero esa no es la primera vez que el gobierno usa los fondos de jubilación. Puesto que la ley 065 limitaba, mediante trabas muy sutilmente diseñadas en los art 140 al 142, todos los campos posibles de inversión de los fondos jubilatorios (incluso prohibía destinar dineros a los bienes raíces), pero dejaba abierta la posibilidad de hacerlo sin límite alguno en los instrumentos financieros del gobierno. Note la trampa, yo gobierno te doy todas las «facilidades» para que pongas la plata en mis visibles manos.

Desde la aprobación de la ley, el gobierno nacional viene disponiendo aproximadamente el 30% de las jubilaciones. Sin embargo, para mayo de este año el monto de una de las AFPS ya superó el 50%, como lo podemos ver en el gráfico siguiente:

Para desgracia de millones de trabajadores bolivianos, ese abuso condenó a que los fondos de jubilación tengan un misero rendimiento del 3,29%. En palabras de Mauricio Villafani (experto en jubilaciones y pensiones): «hoy en día sería preferible invertir tus ahorros para la jubilación en un DPF ordinario que dejarlo en una AFP».

Es evidente que en Bolivia ya nada funciona. Tenemos el peor sistema de educación del mundo, y la salud hace agua por todo lado. No obstante, todavía estamos a tiempo de evitar una vejez miserable. Aprendamos educación financiera.

La educación financiera se puede resumir en: gastar menos de lo que ganas. Pero yo añadiría algo más, mantén los ahorros lejos de los gobiernos y los bancos.

También es necesario, quizás lo más necesario, aprender a diferenciar las buenas deudas de las malas. Las primeras nos ayudan a alcanzar la independencia financiera. Las segundas nos convierten en esclavos de los acreedores. Un ejemplo de deuda mala es la que financia la compra de un automóvil si es para uso propio, o sólo por presumirlo a su vecino.

Recuerde que sin ahorro no hay inversión. Sin inversión no hay activos. Sin activos no hay independencia financiera. Warren Buffet, un guro de la inversión, siempre afirmó que hay que gastar luego de haber ahorrado, nunca antes.

La educación financiera es lo que le va a cambiar el rumbo de la vida. Además, le va a evitar una vejez miserable y jubilación de migajas.

HUGO BALDERRAMA FERRUFINO

Economista, Master en Administración de Empresas y PhD. en Economía

*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21