En una evaluación a los alumnos de primer semestre de una universidad privada se pidió a los jóvenes explicar el concepto de la siguiente frase: “mi madre es abnegada”. Entre las lindezas de respuestas se encontró ésta: “Sí, mi madre es siempre muy negativa”.
La atención de los jóvenes en el aula, la concentración en la lectura, la capacidad de análisis, el razonamiento lógico, son algunas de las cuestiones deficitarias que se plantean los educadores, que se quejan de los contenidos impuestos por la Ley Avelino Siñani, la intromisión de los padres a través de las juntas escolares, la falta de incentivos, la carencia de instrumentos educativos, aulas improvisadas y más.
Visto el problema desde el otro lado de la medalla, nos encontramos con la queja de los alumnos que ven a sus maestros desactualizados, peleados con la tecnología y ajenos a la realidad. La pandemia del Covid-10 ha desnudado problemas en la universidad y colegios, que han tenido que cambiar una serie de mecanismos para prescindir de la pizarra acrílica y el marcador. Sin embargo, esta situación evidenció las carencias, porque los conceptos de la relación profesor universitario- estudiante han cambiado; muchos dicen que se vino abajo ese halo de la figura sacral del profesor, porque ahora, el profesor ha tenido que dar clases desde su casa y a veces en una desigualdad de condiciones en el uso de tecnología. Pasó la pandemia y los profesores no se sumaron a la tecnología, sino que volvieron a la pizarra y el marcador.
De los aproximadamente 180 mil maestros en el país, una mitad supera la edad promedio de 41 años y se muestran reacios a pasar a la tecnología; en muchos casos encontraron un “lazarillo” (un niño o joven que ayuda al maestro a colocar la pantalla, prender la computadora y ubicar los gráficos elaborados por el docente).
Con la incorporación de las tecnologías digitales, el profesor ha tenido que abandonar la seguridad del discurso oral, académico y ha tenido que incorporar herramientas digitales a las que no estaba acostumbrado y hasta desconfiaba de ellas. Detrás de ello hay una discusión en el mundo académico, una discusión que pasa por lo antropológico, sociológico, político, sobre cómo estas herramientas no son neutras ni son ingenuas, ya que responden a conceptos antropológicos y a visiones de sociedad.
No se ha logrado repensar la propuesta pedagógica, desde la lógica de lo digital o de lo online, aquí también hay una discusión conceptual, porque algunos hablan de la educación a distancia o de la educación digital, digitalización de la educación, para afrontar el problema de bloqueos, riesgo de los estudiantes a la hora de retornar a sus hogares y el transporte insuficiente. Se necesitaba un cambio de mentalidad; repensar todo a partir de la incorporación de tecnologías digitales. Indudablemente hay un manejo de otras herramientas y de otros recursos con los cuales se puede evaluar el conocimiento del estudiante.
Hoy, el estudiante tiene acceso a información enorme, pese a los intentos de control de lo que el estudiante hace en clases, celular en mano, el maestro parece perder credibilidad, frente al problema, prohibir su uso, en horas de clase, es el mejor recurso. No se puede vivir de espaldas a una sociedad que se mueve en gran medida a través de las redes sociales e Internet, por el contrario, esto debe motivar a sacar el máximo provecho todos los recursos, servicios y funcionalidades que éstas proporcionan.
Ante este panorama, los pedagogos sugieren crear métodos y contenidos académicos que eduquen a la infancia y la juventud en la reflexión, selección, sentido crítico y capacidad de participación en los nuevos medios y en la saturación informativa a la que accedemos
Ante tantas aristas a superar, queda a la medida la recomendación de Renato Descartes: “Dividir cada una de las dificultades que examinase en tantas partes como fuera posible y como requiriese para resolverlas mejor”. No será nada fácil vencer al monstruo de varias cabezas llamada Ley Siñani, que respetando la historia, debería llamarse Ley Elizardo Pérez.
- ERNESTO MURILLO ESTRADA
- COMUNICADOR, FILÓSOFO Y ACADÉMICO
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