Bolivia actualmente está entrando en la última etapa electoral; pronto se sabrá quién será el nuevo presidente de la nación. Lo que se ha hecho común estos últimos años es escuchar a la gente decir que opta por el voto útil o vota por el “mal menor”. Ya es cansador y agobiante escuchar cómo en cada elección se repiten las mismas impresiones: siempre se vota por el candidato menos malo o por el que se estima no hundirá al país en el caos.
Para terminar de una vez por todas con estas sensaciones y este malestar político, un cambio total es necesario. Urge la aparición de nuevos proyectos políticos y líderes, que sí tengan una ideología política definida, pero también amen a su nación y tengan una visión de país nueva y ambiciosa. Bolivia ya no puede seguir estancada con los mismos políticos mediocres de siempre; tanto el masismo como los opositores funcionales han contribuido a la destrucción de la patria.
Hay muchas cosas por mejorar, pero hay una en particular que debe ser atendida con suma urgencia. Es necesario acabar con el odio, con la división, con los regionalismos y conductas que solo buscan quebrar la unidad nacional. Es necesario consolidar a la nación boliviana de una vez por todas, un hito que será único en nuestra historia.
El socialismo, con la ayuda de sus funcionales, ha creado el “Estado Plurinacional” y ha apoyado discursos indigenistas y regionalistas radicales que lo único que han hecho es debilitar la unidad nacional y perjudicar a la nación boliviana. Bolivia es una sola nación, una que nace a partir del mestizaje de culturas (indígena y española). Pero además hemos decidido ser una nación independiente, sin anexarnos al Perú o a la Argentina, lo que nos muestra la voluntad histórica de querer formar una nación.
El nacionalismo boliviano es la única doctrina política que podrá impulsar a Bolivia a un mejor futuro, uno donde prime el orden, la seguridad y la paz. Ya no es posible seguir con discursos de polarización y de división; es necesario crear una identidad nacional y un sentimiento de pertenencia a la nación.
En vez de seguir en el mismo escenario político mediocre de siempre, enfoquémonos en el cambio urgente que necesitamos. Enfoquémonos en consolidar a la nación boliviana, en fortalecer la unidad nacional y crear un nuevo Estado, uno que sí represente a la nación boliviana.
De igual forma, el nacionalismo le dará a cada región el peso histórico que le corresponde; no busca el dominio e imposición de una región sobre las otras, sino más bien que todas las regiones tengan un peso igualitario y, en conjunto, se fomente el progreso del país. Después de todo, todas forman parte de Bolivia. Se debe entender a la nación tanto desde el punto de vista occidental, como oriental y sureño, para poder comprender la verdadera visión nacional.
Las nuevas generaciones deben dar un paso al frente y lograr lo que no han podido sus predecesores: acabar con la división y consolidar a la nación. Es fundamental que se emule a la gloriosa “generación del Chaco”, que valientemente cambió la historia del país e intentó darle a Bolivia el lugar que históricamente le pertenece.
De igual forma, nuestra mentalidad debe cambiar totalmente. Tenemos todo lo necesario para ser un gran país, uno que pueda generar admiración por parte de los vecinos. Debemos aspirar siempre a lo grande y dejar nuestra actual situación de miseria para pasar a ser una potencia económica, política y, por qué no, militar.
Es de vital importancia dejar atrás estos años de penumbra política, para dar inicio a un nuevo proyecto político, uno en el cual Bolivia por fin pueda tener progreso, seguridad, orden y prosperidad. Esto pasa exclusivamente por resolver problemas estructurales históricos. Con la nación boliviana consolidada, un nuevo Estado instaurado y con las directrices ambiciosas correctas, será el inicio de un mejor mañana para Bolivia.
Bolivia sobre todas las cosas.
- FABIÁN FREIRE
- Escritor. Estudiante de Ciencias Jurídicas. Columnista en El Diario.
- *NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21


 
			 
			 
			