Nacionalismo vs. globalismo

He publicado una gran cantidad de artículos señalando la importancia de impulsar el nacionalismo boliviano, para de esta forma terminar con los discursos de odio y división en nuestro país. De igual manera, creo que el nacionalismo boliviano ayudará a consolidar la nación boliviana e impulsará la creación de un nuevo Estado Nacional, dejando atrás el nefasto Estado Plurinacional. Es fundamental, de una vez por todas, construir una identidad nacional y fomentar la unidad; la división y la polarización deben ser erradicadas.

El nacionalismo no solo pasa por consolidar la nación boliviana y fomentar la unidad, sino también por cambiar nuestra mentalidad como país. Debemos dejar de vernos como subalternos, como un país menor, para pasar a buscar protagonismo regional e incluso global, focalizándonos en ser una gran potencia regional. Tenemos con qué ser un país que inspire respeto y admiración; sin embargo, es importante empezar a trabajar desde ahora en una nueva visión de país, una ambiciosa, que fomente seguridad y orden.

Lo único que falta es voluntad política y partidos que sepan cómo guiar a nuestra nación. En su momento, partidos como FSB o MNR lo hicieron, pero ese patriotismo y visión de país ambicioso se han perdido, y los políticos actuales, en su mayoría, son mediocres funcionales.

No debemos enfocarnos solo en mejorar económicamente, sino también a nivel político e incluso militar. No podemos seguir con la mentalidad mediocre actual, que no ha hecho más que estancarnos y debilitarnos. Sin dudas, hay muchos desafíos a los que responder en los próximos años y múltiples objetivos que realizar, pero creo que el Bicentenario es un buen momento para cambiar nuestra historia y destino.

Una de las nuevas tendencias que más nos ha limitado en estos tiempos y que, sin dudas, nos ha perjudicado ha sido el globalismo. Dicha práctica se enfoca en dejar a un lado la soberanía nacional y la independencia para decidir, favoreciendo poderes supraestatales, leyes externas y una visión de país enfocada no en el bien de la ciudadanía nacional, sino en la ciudadanía global.

El globalismo, defiende el sometimiento a organismos internacionales, siendo la ONU el principal ejemplo. Durante muchos años, la ONU ha limitado a muchos países y los ha sometido a sus decisiones. De igual forma, ordena a sus miembros adoptar normativa en diferentes ámbitos, interviniendo en cómo los países deben gobernarse. Es tanta su intromisión que hoy políticas como la Agenda 2030 o los ODS son impulsadas por la ONU, y países como el nuestro han tenido que aplicarlas. Incluso limitan la capacidad de producción nacional e imponen políticas de género, como hemos visto recientemente con la paridad de género en el binomio presidencial.

Si un país no cumple con los requisitos de la ONU, es inmediatamente sancionado y, en el peor de los casos, intervenido. En otras palabras, dejamos una parte de la soberanía en manos de un consejo de seguridad compuesto por diversos países que no conocen nuestra realidad y no saben qué políticas nos convienen o no.

Líderes como Trump reconocen las falencias de la ONU y cómo esa intención de gobierno mundial limita a los países. El actual presidente ha sido sabio al acabar con el financiamiento de los instrumentos globalistas, enfocándose en lo que conviene a su país; eso es patriotismo. Incluso Milei, que es libertario, es crítico del globalismo y sus políticas. El rechazo a gobiernos supraestatales en el mundo es cada vez más grande y me parece correcto: cada país debe elegir su camino, y la intervención de externos no debería ser sinónimo de caridad o bondad.

Bolivia debe modificar su normativa y demás políticas y directrices de gobierno, con base en sus intereses, no en deseos externos. El nacionalismo busca la soberanía de nuestro país, que actualmente está mermada tanto por organismos internacionales como por intereses externos, como los cubanos o venezolanos.

  • FABIÁN FREIRE
  • Escritor. Estudiante de Ciencias Jurídicas. Columnista en El Diario.
  • *NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21