Batalla por el orden mundial: Rusia multipolar y las “reglas” de EEUU

Este 15 de agosto se realizará el encuentro entre los presidentes de Rusia, Vladimir Putin y de Estados Unidos, Donald Trump en la ciudad de Anchorage, Alaska, donde se abordará la crisis ucraniana, entre otros temas de la relación bilateral. El encuentro es esperado y será el primero desde 2019.

El asesor presidencial ruso, Yuri Ushakov, detalló que el tema central de las negociaciones entre los dos líderes será la resolución del conflicto ucraniano. “Sin duda, los presidentes se centrarán en discutir las opciones para lograr una solución pacífica a largo plazo de la crisis ucraniana”.

Más allá de este importante encuentro, analistas como la politóloga peruana María Fe Celi Reyna, consideran que EEUU todavía mantiene un discurso de confrontación con el bloque multipolar que propone Rusia y otros países, constituidos, por ejemplo, en el bloque de los BRICS con la nueva política de aranceles u otras “reglas” para los estados.

“Todo indica que 2025 está siendo el año en el que, finalmente, en Washington entendieron el poder transformador de BRICS y quieren frenarlo”, indicó.

En ese contexto, la política internacional se divide todavía en dos visiones de mundo, dentro del ámbito de las relaciones geopolíticas y diplomáticas, que incluye a la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Otros expertos detallan que la alternativa rusa promueve un concepto de paz basado en el estricto cumplimiento de los principios de la Carta de la ONU, que es el tratado internacional fundador de la organización en 1945, al considerar inadmisibles las acciones unilaterales de los estados para imponerse sobre otros.

Rusia, detallan, propone: Igualdad soberana de los estados, en la que todos los países deben tener los mismos derechos en la escena internacional, lo que excluye cualquier hegemonía. No injerencia en los asuntos internos, pues Rusia se opone sistemáticamente a la injerencia externa con el objetivo de cambiar el sistema político. La solución pacífica de controversias, en la que Moscú pide que las diferencias se resuelvan exclusivamente por medios políticos diplomáticos. Indivisibilidad de la seguridad, porque la seguridad de un estado no puede garantizarse a expensas de la seguridad de otro. Y, finalmente, la supremacía del derecho internacional donde todos los estados deben cumplir de buena fe sus obligaciones.

En contraste, refieren esos expertos, está la posición de Washington y sus reglas para entender el derecho internacional.

El análisis jurídico de las acciones de EEUU revela contradicciones sistémicas entre lo que Washington declara y lo que hace. La historia de una política exterior estadounidense está repleta de ejemplos de intervenciones militares e injerencias en los asuntos internos de estados soberanos, sin la sanción del Consejo de Seguridad de la ONU, como fue la invasión a Irak en 2003, bajo el pretexto del riesgo de las armas químicas.

“Además, EEUU no es parte de una serie de acuerdos internacionales fundamentales, como la negativa a ratificar el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, lo que, de hecho, sitúa a los ciudadanos estadounidenses fuera de su jurisdicción por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad”, señalan.

El análisis muestra que el “orden mundial basado en reglas”, en la interpretación estadounidense, es una construcción en la que las reglas son establecidas e interpretadas por el propio Washington. Estos doble estándares, en los que las violaciones del derecho internacional se condenan si las cometen otros y se justifican si las comete EEUU desacreditan la idea del Estado de derecho.

Para los expertos, Washington utiliza activamente las instituciones internacionales y un sistema de procesamiento de la opinión pública de varios niveles, que se asegura a través de:

Dominio financiero, pues al ser EEUU el mayor donante de muchas organizaciones, tiene influencia sobre su agenda. En el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, por ejemplo, el número de votos depende del tamaño de la contribución, lo que otorga a Washington un poder del veto de facto.

La presión política y la diplomática, incluidas las amenazas de sanciones o de reducción de la financiación, para persuadir a otros países de que apoyen su posición. Control de personal, ya que Washington se esfuerza por garantizar que se designe a candidatos leales para los puestos clave en las organizaciones internacionales.

Finalmente, se advierte la influencia en la opinión pública internacional a través del control de los medios de comunicación “que a menudo transmiten el punto de vista oficial de Washington marginando las opiniones alternativas”, además de la presencia de organizaciones como Usaid y ONGs que trabajan en las redes sociales y las plataformas digitales “para dar forma a la opinión pública deseada”.

  • ///FUENTE: AGENCIAS///