Bolivia está atravesando uno de los momentos más críticos de su historia. El país es un caos total, la crisis económica es cada día más atroz y la nación está dividida. Se supone que, en tiempos tan complejos, los liderazgos y partidos políticos deberían estar a la altura. No obstante, hoy la oposición es un desastre total, y todo parece indicar que, una vez más, le fallará a Bolivia.
Se avecina un fraude monumental por parte del oficialismo y, por otro lado, la desestabilización del país por parte de las organizaciones sociales que, aprovechando el contexto, buscarán instaurar un modelo totalitario.
Cuando las tropas peruanas decidieron invadir Bolivia, tanto el norte como el sur del país se unieron en torno a la figura de Ballivián para detener esas acciones bélicas. Cuando el comunismo estuvo a punto de instaurarse de la mano de la COB y grupos radicales en los inicios de la década de los setenta, los dos partidos históricos —Falange y MNR— se aliaron con las Fuerzas Armadas para evitar la caída del país. Cuando Bolivia enfrentaba una dura situación económica causada por la inepta administración de la UDP, el MNR y ADN se unieron para aplicar el Decreto Supremo 21.060 y dar la gobernabilidad necesaria al gobierno de ese entonces. En todas esas situaciones, Bolivia salió victoriosa porque los partidos políticos y los liderazgos estuvieron a la altura. Hoy, lamentablemente, no es así. Ahora es todo lo contrario. Y si no surgen soluciones rápidas y patrióticas, me temo que esta vez no saldremos bien librados.
El MAS planea cosas muy oscuras que la oposición parece ignorar o, peor aún, ser cómplice. Hay dos escenarios que el socialismo maneja, ambos igual de peligrosos. El primero es la unidad en torno a Andrónico y la ejecución de un fraude descarado, pocas veces visto. Este escenario dependerá de Evo y de Arce, y si se llega a un acuerdo. Lo peor es que la oposición no se unirá, y menos aún viendo las encuestas y el empate parcial entre Tuto y Samuel.
El segundo escenario es la desestabilización del país por parte del evismo, para que Arce renuncie y de esa forma Andrónico asuma la presidencia. Con un nuevo gobierno, la postergación de las elecciones será evidente y se habilitará a Evo Morales para que retorne al poder. De igual forma, la crisis será usada como excusa para instaurar un régimen mucho más autoritario y represivo. Los riesgos de la caída de la nación son cada vez más altos.
Por su parte, la oposición está en la luna. Pretenden ganar elecciones sin darse cuenta de que la “cancha” electoral está sucia y que el Tribunal Supremo Electoral opera a favor del MAS. Es un suicidio ir a elecciones sin garantías; solo legitimarán al socialismo y sus trampas. Además, ninguno contempla la dura situación de ingobernabilidad que enfrentará la próxima gestión. Las leyes actuales y la Constitución no brindan un marco jurídico adecuado para tomar medidas de choque que permitan combatir la crisis. Es una situación realmente compleja, que requerirá consensos políticos y mucho carácter, pues se vienen tiempos de caos y anarquía. Imponer orden será fundamental.
Mientras el país se dirige a una clara hecatombe, la oposición se ocupa de asuntos irrelevantes. Ignoran los desafíos reales que enfrentamos. Estamos a nada de ver perecer a nuestra nación. Urgen soluciones realistas y, en cierto grado, radicales. Hoy más que nunca, el pueblo deberá ser artífice de ese cambio. Bolivia está huérfana de liderazgos y de partidos políticos.
Lo que tenemos a nuestro favor es la historia. En momentos duros, cuando la soberanía de Bolivia se ha visto amenazada, el pueblo boliviano ha estado a la altura. Por eso, pese a la oscura situación actual, no debemos perder la fe ni la voluntad.
- FABIÁN FREIRE
- Escritor. Estudiante de Ciencias Jurídicas. Columnista en El Diario.
- *NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21