En los últimos días, todos los reflectores de la política mundial se han enfocado en la disputa entre Donald Trump y Elon Musk. Ambos empezaron aliados, tanto así que la administración Trump creó el DOGE (Departamento de Eficiencia Gubernamental), con Musk a la cabeza, para reducir los gastos gubernamentales. Poco a poco la tensión fue incrementando, causando la salida de Musk del gobierno; empero, frente a las cámaras tanto el presidente estadounidense como el billonario seguían con una buena relación.
Todo estalló con un comentario muy fuerte de Musk en contra del plan fiscal elaborado por la administración Trump. Después de esto, ambos se atacaron mutuamente, pero Musk fue mucho más lejos y se atrevió a afirmar que el nombre del presidente figuraba en la lista Epstein. Respecto a esto, solo puedo decir que es una acusación fuera de lugar, que además puede ser fácilmente desmentida, pues Musk dejó en muchas oportunidades a uno de sus hijos pequeños al “cuidado” del presidente. Si Elon sabía que Trump estuvo ligado a la lista Epstein, ¿por qué dejar a su hijo al cuidado del presidente? y, peor aún, ¿por qué apoyarlo de manera tan acérrima por mucho tiempo?
Pienso que esta ruptura es producto de las ambiciones desmedidas de Musk. Hay que reconocer que el billonario fue un gran aporte en la campaña presidencial de Trump, mas con o sin él, el triunfo republicano era evidente. El problema surge porque Musk se tomó atribuciones que no eran suyas y empezó a meter sus “narices” en temas que no le correspondían. Fue tanta su intromisión, que cada vez eran más los rumores de la molestia de la cúpula de poder republicana y de constantes enfrentamientos de éstos contra Musk. Pese a todo, Trump lo siguió manteniendo en su cargo por mucho más tiempo.
Musk solo debía encargarse del DOGE, no tomarse atribuciones del presidente y, peor aún, inmiscuirse tanto en asuntos de política global. Sin ir lejos, mostró su apoyo a la extrema derecha europea como la AFD, generando gran malestar en ese país. De igual forma, dentro de las tensiones comerciales con China, Musk fue dentro de la cúpula de gobierno el que más apoyó al gigante asiático.
Musk es alguien de admirar, sobre todo por su visión futurista. Es un hombre de negocios notable, tanto así que es el hombre más rico del planeta, pero esto no lo convierte obligatoriamente en un político nato. Ha cometido muchos errores en ese sentido. De igual forma, no controlar su carácter es otro de los factores por los que se decidió apartarlo del gobierno. Musk es un hombre muy impulsivo e incluso me atrevería a decir “iracundo” (la mayoría de los hombres brillantes lo son), pero en la política esto debe ser controlado y utilizado en momentos precisos. Afirmó que siempre votó por los demócratas, pero al ver lo que el wokismo “le hizo a uno de sus hijos”, juró erradicar dicha ideología. El referente en combatir dichas tendencias en Estados Unidos es Trump, por ende, le brindó todo su apoyo.
Su carácter lo llevó a combatir al progresismo de manera contundente no solo en Estados Unidos sino en todo el mundo, lo que le ganó muchos enemigos y causó múltiples pérdidas a sus empresas. Toda esta ira ahora la usa en contra de la actual administración de gobierno y su comportamiento está siendo perjudicial para la derecha estadounidense.
Espero que la pelea termine y Musk recapacite y, sobre todo, adopte una actitud conciliadora, pues Trump lo sostuvo mucho tiempo en el DOGE y lo respaldó frente a la cúpula republicana. No soy de tomar bandos, pero desde su irrupción en la política he sido partidario de Trump y lo seguiré siendo, quien lleva una magnífica administración actual, salvo por algunos temas relacionados a los aranceles. Dicho sea de paso, está haciendo esfuerzos notables para devolver la paz al mundo: lo logró con India y Pakistán, y hay progresos con la guerra ruso-ucraniana.
- FABIÁN FREIRE
- Escritor. Estudiante de Ciencias Jurídicas. Columnista en El Diario.
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