JAIME APARICIO
El doble efecto de descomposición moral e incompetencia de un régimen, es la receta infalible para convertir un Estado en fallido, como ocurre en Venezuela, Nicaragua y Bolivia. La corrupción estatal protegida por la impunidad que les procura un sistema judicial convertido en un apéndice del gobierno, se ha convertido en un modus vivendi del Gobierno boliviano desde hace 16 años.
En medio de constantes escándalos de corrupción, incompetencia y negligencia en la administración pública y una evidente penetración del crimen organizado en las estructuras del poder y en las fuerzas de seguridad, el expresidente Morales, en lugar de guardar un silencio parecido a la vergüenza, tiene la extraña ocurrencia, al estilo de Pablo Escobar, de organizar un campeonato de futbol en el Chapare, demostrando que el único lugar donde hay dinero, en medio de la creciente crisis económica que ya se anuncia en el país, es la sede de los sindicatos de la coca del subtrópico cochabambino, de los cuales Evo es su presidente vitalicio.