Lilo & Stitch demuestra que el problema no son los live action, sino el progresismo

El publico habló. La versión live action de Lilo & Stitch quedó catalogada como uno de los mejores remakes de Disney y está arrasando en cines de todo el mundo con 341 millones recaudados en su primer fin de semana, según el balance de Forbes. El clásico animado de 2002 atrajo de nuevo a los cines a muchos adultos, quienes apenas atravesaban su infancia cuando conocieron al simpático extraterrestre.

Aunque el portal Rotten Tomatoes le otorga una crítica mixta de 68 % en su “tomatómetro”, la calificación de la audiencia es un absoluto “sí”, que eleva su aprobación a 93 % hasta la redacción de esta nota. El veredicto es claro. Ahora Disney puede respirar luego de varios estrepitosos fracasos por insistir con historias que poco y nada tenían que ver con sus versiones originales.

Lilo & Stitch se mantiene fiel a su versión original. Si bien tiene algunos cambios de guion, lo más importante perduró: los queridos personajes que se robaron el corazón de millones de niños y adultos hace 23 años. Ese amor por la historia se deja ver de nuevo en las salas de cine de todo mundo sin ningún tipo de rechazo al planteamiento de la historia. El motivo: no hay cambios forzados de color de piel o de preferencias sexuales como Disney quiso imponer en las versiones live action de La Sirenita o Blancanieves.

Disney se anota una victoria luego de un gran fracaso

Lo que demuestra este desborde de taquilla y la absoluta “fiebre” que despierta la nueva película de Lilo & Stitch –grandes y adultos están yendo al cine incluso disfrazados– es que el problema no está en crear versiones con personajes de carne y hueso sobre los grandes clásicos. No. El problema está en querer imponer una narrativa ideológica invocando una supuesta inclusión que en realidad excluye a los verdaderos seguidores de las historias.

Resulta imposible no referirse a Blancanieves para citar el ejemplo perfecto. La película que protagonizó la actriz progresista Rachel Zegler fue un absoluto fracaso en taquilla a pesar de que tuvo un presupuesto de producción que osciló entre los 240 y 270 millones de dólares; y que aumentaba hasta los 410 millones si se consideraban otros gastos como marketing. Para los días finales de su exhibición en cines, Blancanieves había recaudado solo 194,7 millones de dólares en todo el mundo.

Cabe destacar que esta versión de Blancanieves comenzó con problemas al ser criticada por el actor Peter Dinklage por incluir a los siete enanos. Disney, obediente a la agenda progresista, terminó cediendo y reemplazándolos por “criaturas mágicas”. Una imagen filtrada de las filmaciones despertó tal rechazo que la compañía tuvo que retractarse. Pero no terminó allí. Zegler se encargó de hundirla con comentarios feministas y antisemitas que espantaron a los posibles espectadores. Si nos referimos a La Sirenita, la princesa del mar pasó de ser pelirroja en el dibujo animado, a ser de piel negra en el live action sin razón alguna.

¿Disney aprendió de sus errores? Por ahora parece que sí. Otra señal es que traiciona su agenda LGBT al anunciar la construcción de un nuevo parque temático en Abu Dabi, donde la homosexualidad es penada con hasta 14 años de cárcel, tipificado en el Código Penal. Sin mencionar que las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo también pueden ser castigadas por la ley sharía con pena de muerte.

Volviendo al exitoso estreno de Lilo & Stitch, el abrazo de los espectadores es total. La nostalgia combinada con la tecnología resultó ser la fórmula ganadora, sin tintes ideológicos y sin perder su verdadera esencia. Tal como expresan usuarios en X: “Gracias Disney por no arruinar a Lilo & Stich“.

  • ///FUENTE: PANAM POST///